Cinco
Años Atrás
Una
vez que Sophie y Kendall se habían marchado, Phillipe, Maurice y Jacques
organizaron a los hombres para atender a los heridos y trasladar a otro lugar
los cadáveres, mientras que Madeleine haciendo gala de una presencia de ánimo
muy Saint-Claire, se encargó de despedir a los invitados.
Phillipe
intentó localizar a Dylan pero no lo encontró y comenzó a preocuparse hasta que
se topó con Delain.
-
Señor Delain --
dijo acercándose a él -- ¿Dónde está Lord Danworth?
-
No lo sé señor, ya encargué a varios de
mis hombres localizarlo, porque uno de ellos me informó que había visto al
Duque de Armagnac cuando intentó atacar a Lord Arlingthon y Lord Danworth lo
impidió, pero según lo que me informaron Lord Danworth parecía mal herido.
-
¡Por todos los cielos! --
exclamó Phillipe -- Por favor apenas tenga noticias hágamelo
saber
-
Sí señor
Sin
embargo, todos se marcharon y no tuvieron noticias de Dylan. Después de eso
Phillipe se había dedicado a interrogar a los pocos sujetos de los que los
habían atacado y que solo habían resultado heridos, con el fin de obtener la información acerca
de la identidad de quien había organizado aquello, pero ninguno parecía muy
dispuesto a hablar. No obstante, Phillipe Saint-Claire era un producto de su
época, de modo que ordenó aplicar los métodos más duros para obtener lo que
quería. Algunos de aquellos desdichados murieron con rapidez, ya que sus
heridas no contribuyeron a que soportaran mucho, mientras que otros se
pudrirían en los calabozos del Castillo de Lyon donde fueron recluidos, aunque
tampoco sobrevivieron mucho tiempo más. Dos de ellos poco antes de morir,
coincidieron en que habían actuado bajo las órdenes del Duque de Armagnac, pero
hubo un tercero que aseguró haberlo hecho bajo las de Louis Saint-Claire. De
modo que el asunto se presentaba confuso, aunque Phillipe sabía que ambos
tenían motivos válidos o no, para hacer aquello.
El
asunto es que esa información tardó en llegar a su conocimiento y cuando lo
hizo ya otra se había filtrado, la de la súbita y extraña enfermedad y
posterior muerte del Duque de Armagnac. Ésta causó conmoción en la sociedad
parisina, todos habían visto al duque en la boda por lo que dedujeron con rapidez
que su muerte era el resultado de los eventos que se suscitaron en ella,
haciendo a un lado la posible enfermedad de la que se hablaba. Sin embargo, muy
poco tiempo después una noticia más sorprendente aun comenzó a circular en los
salones de París. Según ella, en su último viaje el duque habría contraído
matrimonio en secreto con una dama de origen extranjero, el cual todos situaban
en la fecha del secuestro de Sophie, por lo que a Phillipe aquello no lo
convenció. Pero de acuerdo a eso, el duque se habría contagiado de alguna
extraña enfermedad en su viaje que finalmente había terminado por costarle la
vida. Lo más sorprendente de esto, fue que según la especie, el duque y su
supuesta esposa habían concebido un hijo y la madre de éste habría muerto al
dar a luz, por lo que una vez muerto el padre, el niño había quedado bajo la
tutela de André de Montreuil, conocido amigo del fallecido duque.
Por
todo lo anterior Phillipe se olvidó de Armagnac, al fin y al cabo ya estaba
muerto, pero Louis Saint-Claire era otro asunto. Aunque solo había sido uno el
que había mencionado la participación de Louis en el atentado, Phillipe no tuvo
ninguna duda de que Louis era culpable independientemente de que Armagnac
también hubiese estado involucrado. Sin embargo, el desgraciado aquel
seguramente al enterarse de que sus planes habían fallado de nuevo como siempre
que había intentado matar a Phillipe, había huido y se había refugiado en
España, único lugar donde Phillipe no podía tocarlo y esta conducta olo
confirmaba su culpabilidad, pero Phillipe estaba seguro que volvería y entonces
él lo estaría esperando.
El
terrible suceso con el que había culminado la boda de Sophie y Kendall, había
arrojado un alarmante saldo de más de treinta víctimas fatales y poco más de
veinte heridos sin contar a los que murieron en los calabozos. En aquella época
la justicia no era como la conocemos hoy, y a menos que se tratase de un crimen
contra la corona que se convertía en un asunto de estado, los señores impartían
su propia justicia a su modo y conveniencia. De modo que después de todo
aquello y pasados tres meses, Phillipe dejó a Maurice encargado de lo que
pudiese presentarse y abandonó Francia rumbo a Inglaterra, le era sumamente
necesario ver con sus propios ojos, que su hija estuviese feliz.
André
de Montreuil estaba furioso. Sus planes se habían visto completamente
arruinados por la proverbial locura de Jean Pierre y la poco oportuna aparición
de Luciano. Si bien era cierto que él había previsto lo primero, también lo era
que lo tenía cubierto, y de no haber sido por la inoportuna aparición del
príncipe de hielo, aquello no habría ocurrido del modo que ocurrió, porque una
vez que él había hablado con Favre y había girado la orden de proceder, habría
vuelto al salón y hubiese evitado que Jean Pierre hiciese lo que hizo y que
terminó costándole la vida. Aunque ahora sabía que habría sido improbable sacar
a Lord Danworth de en medio, igual sus hombres habrían tenido oportunidad de
matar a Arlingthon y más adelante, él personalmente se habría ocupado de que la
desconsolada viuda terminase en alguna lejana propiedad de Jean Pierre lejos de
Francia. Sin embargo, el imbécil de Luciano, su pesadilla personal, había
venido a fastidiarle de nuevo unos planes perfectamente trazados.
André
había sacado el cuerpo destrozado de Jean Pierre del Chateau y lo había trasladado a una de sus propiedades cercana a
París. Unos días después había hecho circular el rumor de que el duque estaba
enfermo y poco después la noticia de su muerte. En los días en los que se
suponía que Jean Pierre estaba en cama, él se había ocupado de ultimar los
detalles relacionados con la sucesión. En una época donde no había registros
tan fidedignos como los actuales, aquello resultaba relativamente sencillo para
alguien tan hábil como André y con los medios apropiados.
Cuando
le había quitado el hijo de Jean Pierre a Fedra, enseguida se había ocupado de fabricar la identidad de la supuesta
madre del niño en previsión de una necesidad futura, incluido un certificado de
matrimonio firmado convenientemente por un alto prelado, del que el susodicho
no tenía ni idea. Lo anterior había sido posible, porque André tenía entre sus
muchos empleados, a un sujeto sumamente talentoso con una pluma y con mucho
odio hacia todo el mundo, de manera que podía fabricar desde certificados de cualquier especie, hasta títulos
nobiliarios de cualquier país. El único inconveniente era que tratándose de un
asunto tan delicado como la sucesión de un título y unas propiedades de origen
legítimo, una vez hecho el trabajo aquel sujeto resultaba un estorbo al
convertirse en una amenaza potencial, de modo que se vio obligado a prescindir de su existencia, ya encontraría luego otro con los mismos
talentos.
Después
del funeral de Jean Pierre, Chelles había presentado los documentos de
sucesión, firmando él mismo como testigo de que el niño efectivamente era hijo
del fallecido duque, y aunque André no sabía si aquel individuo había visto
alguna vez al niño antes de que él se lo quitase a la madre, prefirió no correr
riesgos y en cuanto estuvo resuelto todo lo relativo a la sucesión, a los pocos
días Chelles también dejó de existir. A partir de allí no habría nadie que
pudiese discutir o poner en tela de juicio los derechos y procedencia del
pequeño duque. Ahora solo tendría que ocuparse de mantener al nuevo duque lejos
del camino de Lord Danworth en quien siempre tendría un enemigo.
Después
de la matanza organizada en el Salón del Chateau
Saint-Claire, y luego de su última
advertencia a André, Luciano se apresuró a sacar a Dylan de allí. Cuando llegó
hasta él, se encontraba en estado de shock y miraba con horror el cuerpo
destrozado de Armagnac, pero también estaba muy mal herido, así que dadas las
circunstancias y el estado en el que se encontraba, a Luciano le resultó fácil
llevárselo. Evidentemente no podían volver a la propiedad de Dylan, no así. Los
padres de Arlingthon y probablemente él mismo con la nueva Lady Arlingthon,
quizá fuesen allí antes de partir a Inglaterra, de modo que se hacía necesario
llevarlo a otro lugar y eso fue lo que hizo.
Una
vez que llegaron a su destino, atendió al aspecto físico de Dylan
administrándole luego una potente infusión que lo haría dormir el tiempo
suficiente y considerando la situación, lo mejor era hacer de ese sueño tan
prolongado como fuese posible. Después de eso se dedicó a seguir con atención
los avances de Phillipe Saint-Claire en las averiguaciones en cuanto al
atentado, aunque no dejó de hacer las suyas, las cuales arrojaron el nombre de
Louis Saint-Claire. Él sabía al igual que todo el mundo de las pésimas
relaciones entre el cardenal Saint-Claire y sus hermanos, especialmente con el
menor, y en opinión de Luciano a cualquier persona medianamente normal se le
habría dificultado tener ninguna clase de relación con aquel desgraciado
sujeto, ya no digamos buena. Lo que sabía de Louis Saint-Claire y sabía
bastante, se resumía a un conjunto de sórdidas actividades a cual más
asquerosa, y que un hombre como Luciano Franceschi pensara aquello, ya era
mucho decir.
Cuando
lo consideró oportuno suspendió la administración del sedante a Dylan y se
sentó a esperar a que despertase, preparándose a contestar la serie de
preguntas difíciles que seguirían a ese despertar. Hacia medio día vio que
comenzaba a moverse y ordenó que le subiesen café, acercó un sillón a la cama y
esperó.
-
Buenos días --
saludó cuando Dylan abrió los ojos
-
¿Luciano?
-- preguntó con la voz cascada
después de tan largo período de sueño
-
Pues sí, aun sigo siendo yo --
dijo con la nota de humor característica en él
Dylan
parpadeó varias veces y miró a su alrededor, evidentemente nada le resultaba
familiar.
-
¿Dónde estamos? --
preguntó intentando incorporarse y Luciano lo ayudó, pasándole luego la
taza
-
En un Chateau
de mi propiedad -- le dijo
En
cuanto Luciano mencionó la palabra Chateau,
los recuerdos irrumpieron con violencia en la mente de Dylan y casi se tira el
café encima.
-
¡Kendall… Sophie! --
exclamó
-
Tranquilízate, ambos están bien
-
Pero…
-- y luego abrió desmesuradamente
los ojos -- Armagnac
-
Ese infeliz está muerto
-
Sí pero… ¡Yo lo maté!
-
Con lo que le hiciste un favor a la
humanidad sin duda alguna
-
¡Luciano!
-
Escúchame, Armagnac era un peligro para
sí mismo y para los demás, de modo que…
-
¿Pero qué dices?
-
¿Tengo que recordarte lo que le hizo a
Lady Arlingthon y lo que estuvo a punto de hacer más recientemente?
-
¿Cómo sabes eso? Tú no…
-
Dylan sé muchas cosas, entre ellas que
mientras más tiempo pasase, más peligroso se volvería ese sujeto
-
No puedes…
-
Oh sí, sí puedo. La locura estaba en sus
venas y es algo que no podía evitar
-
¿Cómo puedes afirmar eso? --
volvió a preguntar confuso
-
Porque es algo que está en su familia
-
¿Conocías a los Buoisson? --
preguntó con extrañeza
-
A algunos, y puedo asegurarte que todos
terminaban igual.
-
Tengo que hablar con Kendall --
dijo cambiando violentamente el rumbo de la conversación
-
De momento no puedes
-
¿Por qué?
-
Porque ya está en Inglaterra
-
No puede haberse marchado tan pronto,
deben estar en el Chateau,
además después de lo ocurrido…
-
Habría sido muy necio si no lo hubiese
hecho, pero en cualquier caso no es precisamente pronto
-
¿Cómo dices?
-
Hace poco más de quince días de la boda
-
¿Qué?
-- y en su pregunta había tanto
incredulidad como asombro -- ¡No puede eser! No recuerdo…
-
No puedes recordar nada, porque has
estado dormido
-
¿Dormido? ¿Quince días? No seas absurdo Luciano
-
Consideré lo más prudente que
descansaras, después de lo sucedido estabas muy alterado y… --
pero se detuvo al ver la expresión de Dylan y supo que venía lo más
difícil
-
¿Qué clase personas son ustedes? Primero
tu hermana casi me envenena y ahora… ¿Qué demonios me diste?
-
Descuida, lo que te dí es una planta de
nombre Whitania y es completamente
inocua
-
¡Al demonio con eso! ¿Por qué tenías que
hacerlo?
-
Ya te lo dije, necesitabas descansar y
reponerte
En ese
momento Dylan recordó que Armagnac lo había herido y se llevó la mano al pecho
y se lo descubrió, pero…
-
¿Qué sucedió? Recuerdo que…
-
Ya estás mucho mejor
También
recordó que él había pensado que no había sido mucho porque solo había sentido
la rozadura, de modo que se miró de nuevo y solo había una especie de lívida
cicatriz a la altura de donde se suponía debía estar el corazón, pero nada más.
-
Gracias
-
Yo no hice nada, se curó sola
Dylan
hizo ademán de levantarse, pero Luciano lo detuvo.
-
Espera Dylan
-
¿Por qué? No me digas que voy a sentirme
mal por lo que me diste, porque…
-
No, no es eso -- lo
interrumpió Luciano -- pero hay algo importante que debo decirte.
Por la
repentina seriedad y el tono de Luciano, Dylan sintió terror de que algo le
hubiese ocurrido a los Arlingthon y él no se lo hubiese dicho aún.
-
No, no se trata de ellos, se trata de
ti --
pero Dylan lo miró con mayor asombro aun
-
¿Cómo sabes…?
-
Escucha Dylan, hace un momento me
preguntaste qué clase de personas éramos nosotros, y hay un
respuesta para eso
Dylan
lo miró y primero lamentó haberle dicho aquello, porque sin duda Luciano
intentaba ayudarlo, pero también pensó que si había una respuesta para lo que
había preguntado, no estaba seguro de querer saberla.
-
Somos Devrigs -- le
dijo Luciano y Dylan lo miró con extrañeza
-
Disculpa mi ignorancia, pero ¿Qué
demonios es eso?
-
Los Devrigs somos criaturas un tanto
especiales y diferentes a un ser humano común, y nuestras raíces se pierden en
el tiempo de la humanidad.
Dylan
miró a su amigo como si le estuviese hablando en un idioma desconocido, se
llevó la mano a la sien y luego intentó no parecer demasiado grosero.
-
Luciano
-- dijo con paciencia -- ¿De
qué diablos estás hablando? Porque no creo estar entendiendo nada
-
Estoy hablando de que no soy un ser humano
normal. Los Devrigs fuimos creados a
partir de… una maldición -- Dylan lo miró y no sabía si reír o
preocuparse, o simplemente tal vez aquel infeliz había estado bebiéndose hasta
el viento
-
No, no he estado bebiendo nada --
ahora Dylan abrió los ojos de forma desmesurada y Luciano agregó -- Esa es una de nuestras características -- pero
considerando que Dylan estaba más allá de las palabras y Luciano sabía que de
momento no diría nada, decidió continuar
-- Hace mucho, muchísimo tiempo,
tanto que no puedo precisarlo, hubo tres sujetos que disgustaron seriamente a
la madre naturaleza y ésta decidió castigarlos tanto por su maldad, como por su
cruel comportamiento hacia todas las criaturas vivas.
Dylan
decidió que había solo dos opciones, o Luciano se había pasado la noche bebiendo
Dios sabía qué porquería aunque lo había negado, o definitivamente su amigo
había perdido el juicio, y en caso de ser esto último algo que lucía bastante
probable, lo mejor era seguirle el juego
al menos hasta asegurarse primero de qué tan grave era el asunto, y segundo, de
ser capaz de levantarse y controlarlo. De modo que con precaución, comenzó a
probar si sentía correctamente todas sus extremidades mientras intentaba seguir
el hilo de lo que Luciano decía.
-
De ese modo --
continuaba Luciano -- la madre naturaleza decidió conferirles
ciertos poderes que se convertirían
en su maldición. Todos sus sentidos se verían multiplicados, es decir, su vista,
su olfato, su tacto, su oído, su gusto y lo más importante tal vez, su
percepción, instinto y sentimientos.
-
¿Y eso es malo? Porque a mí me luce como
ventajoso -- dijo Dylan siguiendo el juego
-
No necesariamente, porque esto haría que
al poder percibir todo lo visible, viesen hasta lo que no quisiesen ver, del
mismo modo que escucharían todo lo
que no quisiesen escuchar, percibirían los sabores de un modo tan exagerado que
perderían el gusto hasta por los majares más deliciosos, ya que todo sabor les
resultaría excesivo, viéndose obligados a comer muy poco y cosas solo de origen
tan natural como fuese posible, pero lo más terrible como ya dije, fue lo
tocante a sensaciones y sentimientos, porque amarían hasta la locura y odiarían
en la misma medida, lo que los obligó a intentar suprimir por completo sus
sentimientos y sumado a todo lo anterior, todos sus males se multiplicaron
también, su crueldad se volvió salvaje y su poder destructor causó devastación.
Para lo que no estaban preparados era para afrontar el hecho de que así como
todos sus instintos salvajes habían crecido, también lo había hecho su
capacidad para sentirse miserables por lo que hacían, y el mayor castigo de
todo era que aparte de tener que vivir una vida sangrienta y al mismo tiempo
martirizada por la culpa, esta vida miserable no tendría fin.
-
¿Cómo has dicho?
-
Lo que has escuchado, estas criaturas no
podrían morir jamás.
Dylan
lo miró unos segundos y decidió que ya había tenido suficiente, de modo que
decidió ponerle fin y se levantó a toda prisa, pero Luciano se paró frente a él
en cuanto Dylan estuvo de pie.
-
Déjame pasar Luciano
-
No, es necesario que me escuches y debes
hacerlo porque… -- hizo una brevísima pausa y luego agregó --
porque ahora tú también eres uno.
Dylan
lo miró y ahora no sabía si golpearlo y amarrarlo, aquello ya era demasiado,
porque una cosa era que Luciano creyese
ser una especie de monstruo mitológico y otra muy distinta que se empeñase en
hacerle creer que él lo era. El problema fue que independientemente de lo que
él pensara, no pudo hacer nada y quisiera o no se vería obligado a seguir
escuchando los disparates de Luciano, porque sin saber cómo, estaba de nuevo
tirado en la cama y estaba a punto de descubrir cosas que habría preferido
ignorar.
Hmmm Dylan un devrigs? Y como se convirtio???
ResponderEliminarExcelente comienzo! (Aplausos)
Nos leemos en el siguiente :) xoxox
Buen día Keila...
ResponderEliminarbueno debes tener un poquito de paciencia amiga y prestar mucha atención a las futuras explicaciones...
por otra parte es mi deber advertirte q como coloco en la reseña, a partir de ahora la historia toma un giro que nos llevará a un mundo desconocido q aunque se desarrolla dentro del mundo real y lo notarás por las alusiones a diversos hechos históricos, la trama principal tiene lugar dentro de un submundo completamente diferente y el lector debe estar atento a los detalles y a las explicaciones q se van dando o corre el riesgo de perderse completamente...
aunque he escrito mucho, esta es una de mis historias preferidas, tal vez porque aquello que más nos cuesta es lo q más apreciamos y ciertamente esta me ha costado una enorme cantidad de horas de estudio e investigación, de modo que te invito a sumergirte en ella y espero q la encuentres de tu agrado, y como permanecemos en contacto si hay algo que no te quede claro, solo pregúntame ¿bueno? :-)...
mil gracias de nuevo Keila... nos vemos en el sig... kisses...
Okkkkkk! Como ya mencione, aqui estaremos a diario con la lectura :)
ResponderEliminarCualquier pierde no dudare en preguntarte :p
Exitooooooooo! :)