Bodas de Sangre

Bodas de Sangre
Una vez superados los obstáculos ayudado en su mayor parte por Dylan, Kendall logró finalmente contraer matrimonio con Sophie. Después de la boda, Dylan emprenderá un nuevo, inesperado e insólito camino a través de un mundo del que no tenía ni idea de su existencia, mientras que la nueva pareja parte rumbo a Inglaterra para dar comienzo a un matrimonio que todos se preguntan cómo va a terminar siendo que dio inicio con unas Bodas de Sangre

miércoles, 11 de junio de 2014

Cap. 01 Después de la boda…



Cinco Años Atrás

Una vez que Sophie y Kendall se habían marchado, Phillipe, Maurice y Jacques organizaron a los hombres para atender a los heridos y trasladar a otro lugar los cadáveres, mientras que Madeleine haciendo gala de una presencia de ánimo muy Saint-Claire, se encargó de despedir a los invitados.

Phillipe intentó localizar a Dylan pero no lo encontró y comenzó a preocuparse hasta que se topó con Delain.

-          Señor Delain  --  dijo acercándose a él  --  ¿Dónde está Lord Danworth?
-          No lo sé señor, ya encargué a varios de mis hombres localizarlo, porque uno de ellos me informó que había visto al Duque de Armagnac cuando intentó atacar a Lord Arlingthon y Lord Danworth lo impidió, pero según lo que me informaron Lord Danworth parecía mal herido.
-          ¡Por todos los cielos!  --  exclamó Phillipe  --  Por favor apenas tenga noticias hágamelo saber
-          Sí señor 

Sin embargo, todos se marcharon y no tuvieron noticias de Dylan. Después de eso Phillipe se había dedicado a interrogar a los pocos sujetos de los que los habían atacado y que solo habían resultado heridos,  con el fin de obtener la información acerca de la identidad de quien había organizado aquello, pero ninguno parecía muy dispuesto a hablar. No obstante, Phillipe Saint-Claire era un producto de su época, de modo que ordenó aplicar los métodos más duros para obtener lo que quería. Algunos de aquellos desdichados murieron con rapidez, ya que sus heridas no contribuyeron a que soportaran mucho, mientras que otros se pudrirían en los calabozos del Castillo de Lyon donde fueron recluidos, aunque tampoco sobrevivieron mucho tiempo más. Dos de ellos poco antes de morir, coincidieron en que habían actuado bajo las órdenes del Duque de Armagnac, pero hubo un tercero que aseguró haberlo hecho bajo las de Louis Saint-Claire. De modo que el asunto se presentaba confuso, aunque Phillipe sabía que ambos tenían motivos válidos o no, para hacer aquello.

El asunto es que esa información tardó en llegar a su conocimiento y cuando lo hizo ya otra se había filtrado, la de la súbita y extraña enfermedad y posterior muerte del Duque de Armagnac. Ésta causó conmoción en la sociedad parisina, todos habían visto al duque en la boda por lo que dedujeron con rapidez que su muerte era el resultado de los eventos que se suscitaron en ella, haciendo a un lado la posible enfermedad de la que se hablaba. Sin embargo, muy poco tiempo después una noticia más sorprendente aun comenzó a circular en los salones de París. Según ella, en su último viaje el duque habría contraído matrimonio en secreto con una dama de origen extranjero, el cual todos situaban en la fecha del secuestro de Sophie, por lo que a Phillipe aquello no lo convenció. Pero de acuerdo a eso, el duque se habría contagiado de alguna extraña enfermedad en su viaje que finalmente había terminado por costarle la vida. Lo más sorprendente de esto, fue que según la especie, el duque y su supuesta esposa habían concebido un hijo y la madre de éste habría muerto al dar a luz, por lo que una vez muerto el padre, el niño había quedado bajo la tutela de André de Montreuil, conocido amigo del fallecido duque.

Por todo lo anterior Phillipe se olvidó de Armagnac, al fin y al cabo ya estaba muerto, pero Louis Saint-Claire era otro asunto. Aunque solo había sido uno el que había mencionado la participación de Louis en el atentado, Phillipe no tuvo ninguna duda de que Louis era culpable independientemente de que Armagnac también hubiese estado involucrado. Sin embargo, el desgraciado aquel seguramente al enterarse de que sus planes habían fallado de nuevo como siempre que había intentado matar a Phillipe, había huido y se había refugiado en España, único lugar donde Phillipe no podía tocarlo y esta conducta olo confirmaba su culpabilidad, pero Phillipe estaba seguro que volvería y entonces él lo estaría esperando.

El terrible suceso con el que había culminado la boda de Sophie y Kendall, había arrojado un alarmante saldo de más de treinta víctimas fatales y poco más de veinte heridos sin contar a los que murieron en los calabozos. En aquella época la justicia no era como la conocemos hoy, y a menos que se tratase de un crimen contra la corona que se convertía en un asunto de estado, los señores impartían su propia justicia a su modo y conveniencia. De modo que después de todo aquello y pasados tres meses, Phillipe dejó a Maurice encargado de lo que pudiese presentarse y abandonó Francia rumbo a Inglaterra, le era sumamente necesario ver con sus propios ojos, que su hija estuviese feliz.


André de Montreuil estaba furioso. Sus planes se habían visto completamente arruinados por la proverbial locura de Jean Pierre y la poco oportuna aparición de Luciano. Si bien era cierto que él había previsto lo primero, también lo era que lo tenía cubierto, y de no haber sido por la inoportuna aparición del príncipe de hielo, aquello no habría ocurrido del modo que ocurrió, porque una vez que él había hablado con Favre y había girado la orden de proceder, habría vuelto al salón y hubiese evitado que Jean Pierre hiciese lo que hizo y que terminó costándole la vida. Aunque ahora sabía que habría sido improbable sacar a Lord Danworth de en medio, igual sus hombres habrían tenido oportunidad de matar a Arlingthon y más adelante, él personalmente se habría ocupado de que la desconsolada viuda terminase en alguna lejana propiedad de Jean Pierre lejos de Francia. Sin embargo, el imbécil de Luciano, su pesadilla personal, había venido a fastidiarle de nuevo unos planes perfectamente trazados.

André había sacado el cuerpo destrozado de Jean Pierre del Chateau y lo había trasladado a una de sus propiedades cercana a París. Unos días después había hecho circular el rumor de que el duque estaba enfermo y poco después la noticia de su muerte. En los días en los que se suponía que Jean Pierre estaba en cama, él se había ocupado de ultimar los detalles relacionados con la sucesión. En una época donde no había registros tan fidedignos como los actuales, aquello resultaba relativamente sencillo para alguien tan hábil como André y con los medios apropiados.

Cuando le había quitado el hijo de Jean Pierre a Fedra, enseguida se había ocupado de fabricar la identidad de la supuesta madre del niño en previsión de una necesidad futura, incluido un certificado de matrimonio firmado convenientemente por un alto prelado, del que el susodicho no tenía ni idea. Lo anterior había sido posible, porque André tenía entre sus muchos empleados, a un sujeto sumamente talentoso con una pluma y con mucho odio hacia todo el mundo, de manera que podía fabricar desde certificados de cualquier especie, hasta títulos nobiliarios de cualquier país. El único inconveniente era que tratándose de un asunto tan delicado como la sucesión de un título y unas propiedades de origen legítimo, una vez hecho el trabajo aquel sujeto resultaba un estorbo al convertirse en una amenaza potencial, de modo que se vio obligado a prescindir  de su existencia, ya  encontraría luego otro con los mismos talentos.

Después del funeral de Jean Pierre, Chelles había presentado los documentos de sucesión, firmando él mismo como testigo de que el niño efectivamente era hijo del fallecido duque, y aunque André no sabía si aquel individuo había visto alguna vez al niño antes de que él se lo quitase a la madre, prefirió no correr riesgos y en cuanto estuvo resuelto todo lo relativo a la sucesión, a los pocos días Chelles también dejó de existir. A partir de allí no habría nadie que pudiese discutir o poner en tela de juicio los derechos y procedencia del pequeño duque. Ahora solo tendría que ocuparse de mantener al nuevo duque lejos del camino de Lord Danworth en quien siempre tendría un enemigo. 



Después de la matanza organizada en el Salón del Chateau  Saint-Claire, y luego de su última advertencia a André, Luciano se apresuró a sacar a Dylan de allí. Cuando llegó hasta él, se encontraba en estado de shock y miraba con horror el cuerpo destrozado de Armagnac, pero también estaba muy mal herido, así que dadas las circunstancias y el estado en el que se encontraba, a Luciano le resultó fácil llevárselo. Evidentemente no podían volver a la propiedad de Dylan, no así. Los padres de Arlingthon y probablemente él mismo con la nueva Lady Arlingthon, quizá fuesen allí antes de partir a Inglaterra, de modo que se hacía necesario llevarlo a otro lugar y eso fue lo que hizo.

Una vez que llegaron a su destino, atendió al aspecto físico de Dylan administrándole luego una potente infusión que lo haría dormir el tiempo suficiente y considerando la situación, lo mejor era hacer de ese sueño tan prolongado como fuese posible. Después de eso se dedicó a seguir con atención los avances de Phillipe Saint-Claire en las averiguaciones en cuanto al atentado, aunque no dejó de hacer las suyas, las cuales arrojaron el nombre de Louis Saint-Claire. Él sabía al igual que todo el mundo de las pésimas relaciones entre el cardenal Saint-Claire y sus hermanos, especialmente con el menor, y en opinión de Luciano a cualquier persona medianamente normal se le habría dificultado tener ninguna clase de relación con aquel desgraciado sujeto, ya no digamos buena. Lo que sabía de Louis Saint-Claire y sabía bastante, se resumía a un conjunto de sórdidas actividades a cual más asquerosa, y que un hombre como Luciano Franceschi pensara aquello, ya era mucho decir.

Cuando lo consideró oportuno suspendió la administración del sedante a Dylan y se sentó a esperar a que despertase, preparándose a contestar la serie de preguntas difíciles que seguirían a ese despertar. Hacia medio día vio que comenzaba a moverse y ordenó que le subiesen café, acercó un sillón a la cama y esperó.

-          Buenos días  --  saludó cuando Dylan abrió los ojos
-          ¿Luciano?  --  preguntó con la voz cascada después de tan largo período de sueño
-          Pues sí, aun sigo siendo yo  --  dijo con la nota de humor característica en él

Dylan parpadeó varias veces y miró a su alrededor, evidentemente nada le resultaba familiar.

-          ¿Dónde estamos?  --  preguntó intentando incorporarse y Luciano lo ayudó, pasándole luego la taza
-          En un Chateau de mi propiedad  --  le dijo

En cuanto Luciano mencionó la palabra Chateau, los recuerdos irrumpieron con violencia en la mente de Dylan y casi se tira el café encima.

-          ¡Kendall… Sophie!  --  exclamó
-          Tranquilízate, ambos están bien
-          Pero…  --  y luego abrió desmesuradamente los ojos  --  Armagnac
-          Ese infeliz está muerto
-          Sí pero… ¡Yo lo maté!
-          Con lo que le hiciste un favor a la humanidad sin duda alguna
-          ¡Luciano!
-          Escúchame, Armagnac era un peligro para sí mismo y para los demás, de modo que…
-          ¿Pero qué dices?
-          ¿Tengo que recordarte lo que le hizo a Lady Arlingthon y lo que estuvo a punto de hacer más recientemente?
-          ¿Cómo sabes eso? Tú no…
-          Dylan sé muchas cosas, entre ellas que mientras más tiempo pasase, más peligroso se volvería ese sujeto
-          No puedes…
-          Oh sí, sí puedo. La locura estaba en sus venas y es algo que no podía evitar
-          ¿Cómo puedes afirmar eso?  --  volvió a preguntar confuso
-          Porque es algo que está en su familia
-          ¿Conocías a los Buoisson?  --  preguntó con extrañeza
-          A algunos, y puedo asegurarte que todos terminaban igual.
-          Tengo que hablar con Kendall  --  dijo cambiando violentamente el rumbo de la conversación
-          De momento no puedes
-          ¿Por qué?
-          Porque ya está en Inglaterra
-          No puede haberse marchado tan pronto, deben estar en el Chateau, además  después de lo ocurrido…
-          Habría sido muy necio si no lo hubiese hecho, pero en cualquier caso no es precisamente pronto
-          ¿Cómo dices?
-          Hace poco más de quince días de la boda
-          ¿Qué?  --  y en su pregunta había tanto incredulidad como asombro  --  ¡No puede eser! No recuerdo…
-          No puedes recordar nada, porque has estado dormido
-          ¿Dormido? ¿Quince días?  No seas absurdo Luciano
-          Consideré lo más prudente que descansaras, después de lo sucedido estabas muy alterado y…  --  pero se detuvo al ver la expresión de Dylan y supo que venía lo más difícil
-          ¿Qué clase personas son ustedes? Primero tu hermana casi me envenena y ahora… ¿Qué demonios me diste?
-          Descuida, lo que te dí es una planta de nombre Whitania y es completamente inocua
-          ¡Al demonio con eso! ¿Por qué tenías que hacerlo?
-          Ya te lo dije, necesitabas descansar y reponerte

En ese momento Dylan recordó que Armagnac lo había herido y se llevó la mano al pecho y se lo descubrió, pero…

-          ¿Qué sucedió? Recuerdo que…
-          Ya estás mucho mejor

También recordó que él había pensado que no había sido mucho porque solo había sentido la rozadura, de modo que se miró de nuevo y solo había una especie de lívida cicatriz a la altura de donde se suponía debía estar el corazón, pero nada más.

-          Gracias 
-          Yo no hice nada, se curó sola

Dylan hizo ademán de levantarse, pero Luciano lo detuvo.

-          Espera Dylan
-          ¿Por qué? No me digas que voy a sentirme mal por lo que me diste, porque…
-          No, no es eso  --  lo interrumpió Luciano  --  pero hay algo importante que debo decirte.

Por la repentina seriedad y el tono de Luciano, Dylan sintió terror de que algo le hubiese ocurrido a los Arlingthon y él no se lo hubiese dicho aún.

-          No, no se trata de ellos, se trata de ti  --  pero Dylan lo miró con mayor asombro aun
-          ¿Cómo sabes…?
-          Escucha Dylan, hace un momento me preguntaste qué clase  de personas éramos nosotros, y hay un respuesta para eso

Dylan lo miró y primero lamentó haberle dicho aquello, porque sin duda Luciano intentaba ayudarlo, pero también pensó que si había una respuesta para lo que había preguntado, no estaba seguro de querer saberla.

-          Somos Devrigs  --  le dijo Luciano y Dylan lo miró con extrañeza
-          Disculpa mi ignorancia, pero ¿Qué demonios es eso?
-          Los Devrigs somos criaturas un tanto especiales y diferentes a un ser humano común, y nuestras raíces se pierden en el tiempo de la humanidad.

Dylan miró a su amigo como si le estuviese hablando en un idioma desconocido, se llevó la mano a la sien y luego intentó no parecer demasiado grosero.

-          Luciano  --  dijo con paciencia  --  ¿De qué diablos estás hablando? Porque no creo estar entendiendo nada
-          Estoy hablando de que no soy un ser humano normal. Los Devrigs fuimos creados a partir de… una maldición  --  Dylan lo miró y no sabía si reír o preocuparse, o simplemente tal vez aquel infeliz había estado bebiéndose hasta el viento
-          No, no he estado bebiendo nada  --  ahora Dylan abrió los ojos de forma desmesurada y Luciano agregó  --  Esa es una de nuestras características  --  pero considerando que Dylan estaba más allá de las palabras y Luciano sabía que de momento no diría nada, decidió continuar  --  Hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que no puedo precisarlo, hubo tres sujetos que disgustaron seriamente a la madre naturaleza y ésta decidió castigarlos tanto por su maldad, como por su cruel comportamiento hacia todas las criaturas vivas.

Dylan decidió que había solo dos opciones, o Luciano se había pasado la noche bebiendo Dios sabía qué porquería aunque lo había negado, o definitivamente su amigo había perdido el juicio, y en caso de ser esto último algo que lucía bastante probable, lo mejor era seguirle el juego al menos hasta asegurarse primero de qué tan grave era el asunto, y segundo, de ser capaz de levantarse y controlarlo. De modo que con precaución, comenzó a probar si sentía correctamente todas sus extremidades mientras intentaba seguir el hilo de lo que Luciano decía.

-          De ese modo  --  continuaba Luciano  --  la madre naturaleza decidió conferirles ciertos poderes que se convertirían en su maldición. Todos sus sentidos se verían multiplicados, es decir, su vista, su olfato, su tacto, su oído, su gusto y lo más importante tal vez, su percepción, instinto y sentimientos.
-          ¿Y eso es malo? Porque a mí me luce como ventajoso  --  dijo Dylan siguiendo el juego
-          No necesariamente, porque esto haría que al poder percibir todo lo visible, viesen hasta lo que no quisiesen ver, del mismo modo que escucharían todo lo que no quisiesen escuchar, percibirían los sabores de un modo tan exagerado que perderían el gusto hasta por los majares más deliciosos, ya que todo sabor les resultaría excesivo, viéndose obligados a comer muy poco y cosas solo de origen tan natural como fuese posible, pero lo más terrible como ya dije, fue lo tocante a sensaciones y sentimientos, porque amarían hasta la locura y odiarían en la misma medida, lo que los obligó a intentar suprimir por completo sus sentimientos y sumado a todo lo anterior, todos sus males se multiplicaron también, su crueldad se volvió salvaje y su poder destructor causó devastación. Para lo que no estaban preparados era para afrontar el hecho de que así como todos sus instintos salvajes habían crecido, también lo había hecho su capacidad para sentirse miserables por lo que hacían, y el mayor castigo de todo era que aparte de tener que vivir una vida sangrienta y al mismo tiempo martirizada por la culpa, esta vida miserable no tendría fin.
-          ¿Cómo has dicho?
-          Lo que has escuchado, estas criaturas no podrían morir jamás.

Dylan lo miró unos segundos y decidió que ya había tenido suficiente, de modo que decidió ponerle fin y se levantó a toda prisa, pero Luciano se paró frente a él en cuanto Dylan estuvo de pie.

-          Déjame pasar Luciano
-          No, es necesario que me escuches y debes hacerlo porque…  --  hizo una brevísima pausa y luego agregó  --  porque ahora tú también eres uno.

Dylan lo miró y ahora no sabía si golpearlo y amarrarlo, aquello ya era demasiado, porque una cosa era que Luciano creyese ser una especie de monstruo mitológico y otra muy distinta que se empeñase en hacerle creer que él lo era. El problema fue que independientemente de lo que él pensara, no pudo hacer nada y quisiera o no se vería obligado a seguir escuchando los disparates de Luciano, porque sin saber cómo, estaba de nuevo tirado en la cama y estaba a punto de descubrir cosas que habría preferido ignorar.




3 comentarios:

  1. Hmmm Dylan un devrigs? Y como se convirtio???
    Excelente comienzo! (Aplausos)
    Nos leemos en el siguiente :) xoxox

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  2. Buen día Keila...

    bueno debes tener un poquito de paciencia amiga y prestar mucha atención a las futuras explicaciones...

    por otra parte es mi deber advertirte q como coloco en la reseña, a partir de ahora la historia toma un giro que nos llevará a un mundo desconocido q aunque se desarrolla dentro del mundo real y lo notarás por las alusiones a diversos hechos históricos, la trama principal tiene lugar dentro de un submundo completamente diferente y el lector debe estar atento a los detalles y a las explicaciones q se van dando o corre el riesgo de perderse completamente...

    aunque he escrito mucho, esta es una de mis historias preferidas, tal vez porque aquello que más nos cuesta es lo q más apreciamos y ciertamente esta me ha costado una enorme cantidad de horas de estudio e investigación, de modo que te invito a sumergirte en ella y espero q la encuentres de tu agrado, y como permanecemos en contacto si hay algo que no te quede claro, solo pregúntame ¿bueno? :-)...

    mil gracias de nuevo Keila... nos vemos en el sig... kisses...

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  3. Okkkkkk! Como ya mencione, aqui estaremos a diario con la lectura :)
    Cualquier pierde no dudare en preguntarte :p
    Exitooooooooo! :)

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