Cuando Sophie y Kendall abandonaron el Chateau una vez que habían dejado su
fiesta de bodas, ella iba hecha un mar de lágrimas, y aunque Kendall entendía
perfectamente la situación, no pudo dejar de sentirse muy frustrado, porque un día
que tenía que haber sido perfecto en todos los sentidos, había finalizado de
aquella forma.
A pesar de que Phillipe les había dicho
que abandonaran Francia de inmediato, aquello era en realidad imposible. Partir
hacia el puerto de Calais a esas horas habría sido aparte de temerario, del
todo inconveniente y Sophie necesitaba
descansar. De modo que se habían ido al Chateau
que Kendall había adquirido como regalo
de bodas para su esposa.
Él había tenido mucha ilusión con
llevarla allí pero en ningún caso se había planteado que llegase en esas
condiciones, ya que ahora todo lo que debió ser felicidad, había sido empañado
por aquel trágico suceso. Tampoco parecía posible que pudiesen tener la noche
de bodas con la que Kendall y la misma Sophie habían soñado, porque si bien era
cierto que Kendall amaba a Sophie y se moría por hacerla suya, ella se
encontraba atravesando una terrible crisis emocional y él pensaba que habría
sido muy desconsiderado de su parte.
Sophie por su parte se preguntaba el por
qué de aquella tragedia y se sentía preocupada por haber dejado a su familia en
aquella terrible situación. Sin embargo, Sophie poseía un espíritu joven y la
fuerza de los Saint-Claire, porque cuando llegaron al Chateau aun tuvo ánimos para emocionarse.
-
Bienvenida
a Le Village de Rêves -- le
dijo Kendall con cierto tono de pesar
-- Es mi regalo de bodas
Sophie abrió mucho los ojos y acto
seguido se colgó al cuello de un sorprendido Kendall.
-
¡Oh
Kendall! -- dijo sonriendo --
Gracias, es hermoso
Si bien había sido una sorpresa para
Kendall aquella inesperada reacción, no podía estar más emocionado. Después de
eso la condujo hasta la habitación y pretextó ir a revisar algo que ni él mismo
había comprendido, pero era muy urgente que saliese de allí si de veras
pretendía que su esposa descansase. No obstante, cuando regresó ella estaba
frente al espejo cepillándose su largo cabello. Kendall contuvo la respiración
y trató de serenarse antes de acercarse.
-
Pensé
que ya estarías descansando mi amor
-- le dijo
Sophie se puso de pie, lo miró y aunque se
sentía temblorosa e insegura y sus mejillas estaban encendidas, su voz sonó
firme.
-
Kendall,
es nuestra noche de bodas, no iba a irme a la cama sin ti
Por muy altruistas que hubiesen sido las
intenciones de Kendall, éstas quedaron anuladas. Sujetó a Sophie por la cintura
y sus labios descendieron con urgencia sobre los de ella. Aunque Sophie no
había tenido una madre, por fortuna había tenido a Madeleine, y a pesar de que
su charla previa al día del matrimonio
no fue muy explícita y Sophie no estaba muy segura acerca de qué esperar, la
naturaleza es sabia y suplió la falta de información con instinto.
Kendall la condujo hasta el lecho
nupcial con la mayor de las delicadezas y aunque no carecía de experiencia y el
deseo estaba causando estragos en su humanidad, se estaba conduciendo con la
máxima mesura. No obstante, cuando sus pieles quedaron libres de todo atavío y
pudo acariciar el cuerpo de su núbil esposa, su instinto se disparó. Sophie
tuvo un momento de pánico al sentir la virilidad de su marido palpitando contra
su piel y su cuerpo se tensó. En otras circunstancias tal vez Kendall habría
podido notarlo, pero en ese momento estaba más allá de todo pensamiento y era
guiado solo por el instinto y la necesidad de poseerla. De modo que su primer
contacto con aquella natural experiencia, fue para Sophie un momento
angustiante y doloroso que por fortuna pudo superar con éxito, pero debido a la
tensión que le generó no le fue posible disfrutar del todo de su primera unión.
Mucho rato después mientras escuchaba la
suave respiración del hombre dormido y el rítmico latir de su corazón, pensaba
que tal vez no había sido una experiencia del todo agradable pero que quizá con
el tiempo lograse habituarse a ella.
Kendall había decidido que lo mejor era
obedecer la recomendación de Phillipe, de modo que los Arlingthon partieron
hacia Calais a primera hora de la mañana. No obstante, cuando llegaron al
puerto se encontraron con que tendrían que pernoctar en él y con muy poca
comodidad, y aunque Sophie no se quejó Kendall sí lo hizo, ya que no estaba
acostumbrado a las incomodidades en ningún sentido y no le hacía gracia que su
esposa pasase la noche en un lugar como aquel. Pero no habiendo más opción
tuvieron que hacerlo, lo que hizo que Kendall amaneciese de muy mal humor. Aun
así Sophie hizo cuanto estuvo a su alcance porque éste mejorara y cuando
subieron a la embarcación, ya él iba de mejor ánimo.
Kendall le preguntó a Sophie si le
gustaría pasar unos días en Londres, ya que no había tenido oportunidad de
conocerlo con anterioridad y porque Kendall había decidido postergar el viaje que tenía planeado a Italia. Pero Sophie
denegó el ofrecimiento diciendo que deseaba llegar cuanto antes a Darnley.
Aunque ciertamente Kendall había extrañado Londres, también tenía muchos deseos
de llegar a su casa y ver a su hijo, de modo que siguieron rumbo a sus
propiedades.
Lo primero que Sophie notó cuando llegó
a Darnley y conoció a Brian, fue que
éste era un niño triste. Físicamente se parecía algo a su padre, pero el azul
de sus ojos era más claro al igual que sus cabellos, pero sus facciones
guardaban mucho parecido con las de Kendall. Para tener solo cuatro años era
muy formal y cuando Kendall le presentó a Sophie, Brian extendió su manito e
intentó hacer una torpe reverencia.
Sophie no quiso forzar la situación en
ese momento y a pesar de que su primer instinto había sido abrazar al niño, tal
vez aquello le habría producido desasosiego al pequeño. Sin embargo, un poco
más tarde y después de que había descansado un rato, subió de nuevo a las
habitaciones de Brian. Primero entró al cuarto de juegos y aprovechando que no
estaba allí, le echó un vistazo al lugar y no le gustó. Recordó la amplia
habitación designada a ese mismo efecto de su propia casa y decidió que aquella
necesitaba un cambio desde el color hasta los adornos, pero ya se encargaría de
eso más adelante. Cuando salió de allí se topó con la institutriz y esta le
indicó que el niño estaba en su habitación.
-
Puedo
traérselo mi lady -- ofreció la mujer
-
No
se moleste, iré yo misma, gracias
Cuando entró a la habitación Brian
estaba sentado en un sillón con un libro de láminas en las piernas, pero lo
hojeaba distraído y ella estaba segura que no prestaba ninguna atención a lo
que teóricamente veía.
-
Hola
Brian --
saludó ella
El niño trató de bajarse a toda prisa
del sillón y ponerse correctamente de pie, pero Sophie se lo impidió.
-
No
es necesario, ya me saludaste antes ¿recuerdas?
-- le dijo mientras le sonreía y
el niño asintió -- ¿Me permites sentarme aquí un rato? -- y
el chico volvió a asentir -- ¿Qué estás mirando? --
pero el chico parecía resistirse a hablar y solo señaló el libro -- A
mí me gustan los libros también, tengo muchos, aunque igual me gusta pasear por
el jardín y montar -- mencionó varias actividades a ver cuál
despertaba el interés del chico
-
No
me gusta montar -- dijo él
Aunque a Sophie le pareció extraño
aquello, ya que era una actividad muy común de la época y ciertamente era algo
en lo que los caballeros eran instruidos casi desde que aprendían a caminar,
aún así no emitió ninguna opinión, al menos ya Brian había dicho algo y con eso se conformaba.
En los días subsiguientes Sophie comenzó
a aparecerse en la habitación del niño o en el cuarto de juegos varias veces al
día. A veces le leía cuentos aunque no estaba muy segura de que le estuviese
prestando alguna atención. En otras ocasiones se sentaba con él a dibujar y en
otras simplemente hablaba y hablaba de diferentes cosas. En algunas
oportunidades había notado que él esbozaba alguna sonrisa pero no mucho más.
También había hecho que Kendall pasase más tiempo con su hijo y aunque eso no
era lo que se estilaba, él había accedido y había descubierto que disfrutaba de
aquello. Su única queja era que a Brian no le gustase montar. No obstante, un
tiempo después y cuando ya estaban de regreso los padres de Kendall, Sophie
obtuvo la explicación a ello.
Brenda, que había suplido tanto como
había podido la ausencia tanto del padre como de la madre de Brian, le contó a Sophie con mucho más detalle que
Kendall las circunstancias del accidente y las deplorables condiciones en las
que había quedado su hijo. De modo que con apenas dos años de edad, Brian se
había quedado sin madre y prácticamente sin padre. Brenda le contó también que
después del accidente, Kendall se había negado a ver a todos incluido su propio
hijo, y que no fue hasta que Dylan había estado en Darnley y había hecho todo
lo que hizo, que Kendall volvió a dedicarle alguna atención, pero luego se
había marchado con Dylan y no había regresado hasta ahora, por lo tanto Brian
prácticamente no lo conocía. Además de eso y ahí fue cuando obtuvo la
información acerca de la aversión del niño a los caballos, Brenda le informó
que hacía relativamente poco el chico
había preguntado por su madre y Brenda había juzgado conveniente decirle la
verdad de lo sucedido, pero a partir de ese día Brian se negó a subirse a una
montura.
Después de todas aquellas explicaciones
a Sophie le quedaron claras varias cosas, entre ellas que Kendall debía
estrechar la relación con su hijo, algo que ella ya estaba trabajando; que el
niño necesitaba mucha atención y cariño, no porque Brenda no se lo hubiese dado
sino que necesitaba los de unos padres; y por último, que al parecer Brian
había decidido echarle la culpa de su pérdida a los caballos que probablemente
en su opinión, eran los que habían causado el accidente donde murieron su madre
y su hermana.
Sin embargo, y aunque Sophie estaba
poniendo todo su empeño, hubo momentos en los que pensó que no lo lograría,
porque no veía mucho avance. Pero las cosas suceden de manera extraña en muchas
ocasiones.
Ese invierno Sophie había contraído un
fuerte resfriado, lo que la obligó a permanecer en cama por varios días para
desesperación de Kendall. En esa época un simple resfriado podía resultar tan
peligroso como cualquier enfermedad más grave en nuestros días, ya que carecían
de los conocimientos y las medicinas de las que disponemos hoy. A pesar de que Kendall no quería apartarse de
su lado, Sophie insistió en que no dejase solo a Brian, de modo que Kendall
seguía acompañando al niño algunas horas al día. Kendall le había informado a
Brian desde el primer día que Sophie estaba enferma y que por esa razón no iría
a verlo, y aunque él no dijo nada, al tercer día sorprendió a Kendall con una
petición.
-
¿Padre,
podría ir a ver a mi madre?
Kendall se quedó de una pieza. Primero,
porque Brian nunca, nunca pedía nada.
Y en segundo, porque aunque como era lógico apenas habían llegado a Darnley,
Kendall le había presentado a Sophie como su nueva madre, algo que era muy
común en esos tiempos, Brian nunca se había referido a ella con ese adjetivo.
De modo que una vez superada la sorpresa, accedió a la petición de su hijo y se
llevó otra enorme sorpresa al ver que el niño sonreía, pues ya se había
acostumbrado a que su hijo era muy poco expresivo.
Cuando entraron a la habitación Sophie
estaba dormida pero aun así Brian insistió en quedarse y Kendall lo dejó. Un
rato después, Sophie despertó al sentir que Kendall acariciaba su rostro, pero
al abrir los ojos fue otra la carita que vio.
-
Hola --
dijo Brian -- ¿Me permites sentarme aquí un rato? --
dijo el chico utilizando las mismas palabras que ella había empleado la
primera vez que se le había acercado
Sophie sintió una enorme emoción y
asintió mientras le sonreía al pequeño pero las sorpresas no habían concluido,
porque esa tarde Brian fue el que habló y ella se dedicó a escuchar. Antes de
marcharse, el niño se inclinó y depositó un beso en la frente de Sophie.
-
Que
descanses madre
A pesar de no sentirse precisamente
bien, Sophie sintió que su corazón iba a explotar de felicidad y no pudo
contener las lágrimas de dicha que resbalaron por sus mejillas, y al ver aquel
cuadro, Kendall pensó que no podía ser más afortunado.
Los días siguientes Brian se sentaba al
lado de la cama con sus libros de láminas y para sorpresa de Sophie, contaba
las historias tal y como ella se las había contado a él, aclarando con eso que
siempre había prestado atención a sus
palabras.
Después de eso y cuando Sophie estuvo
completamente restablecida, reanudaron su rutina pero ahora su comunicación era
mucho más fluida y Sophie comprobó con mucha satisfacción que Brian era un
chico muy inteligente y le gustaba aprender, por lo que se dedicó a comenzar a
deslizar conocimientos que le serían útiles una vez que iniciase su educación
académica.
Al llegar la primavera incluyeron paseos
por el jardín y lo llevó a los lugares donde solían jugar Kendall, Dylan y ella.
Le contó de la vez que había quedado atrapada en la trampa que su padre y su
amigo habían dispuesto, de cómo ellos la habían rescatado y muchísimas otras
cosas más. Pero el mayor logro de Sophie fue hacer entender a Brian que los
caballos no eran los responsables de la muerte de su madre y que ésta había
sido un accidente, con lo que pronto el chico aceptó ir a montar con su padre
para enorme alegría de éste.
Cuando se acercaba el verano, se decidió
el viaje a Francia y Sophie insistió de manera inapelable en que Brian los
acompañase. Los padres de Kendall no se mostraron muy de acuerdo con ello pero
no podían oponerse a una decisión de su hijo, y así fue como Brian hizo su
primer viaje. Para él fue maravilloso poder ver aquellas cosas de las que su
madre le había contado, disfrutó especialmente la visita a Notre Dame y el
relato de la boda, así como la visita a Toulouse y Lyon, las propiedades de los
Saint-Claire. Madeleine y Jacques estuvieron encantados con el niño, al igual
que Maurice y Marie que les pidieron a los Arlingthon que llevasen a Brian de
nuevo cuando volviesen el año entrante, lo triste fue que Marie no lo volvería
a ver.
Phillipe regresó con ellos cuando su
viaje llegó a su fin y se divirtió muchísimo con Brian, ya que también había
desarrollado una excelente relación con el chico. Algo que había resultado
novedoso y agradable para él, porque no habiendo tenido descendencia masculina,
estaba volcando en el pequeño Brian todo lo que le habría gustado poder
expresar a un hijo.
Muy poco tiempo después del regreso,
Sophie recibió la más grande alegría al comprobar que estaba embarazada, y esta
se extendió a todos los miembros de la familia. Tuvo un embarazo normal y
feliz, y lo único que empañó esa felicidad fue la noticia de que Marie estaba
muy delicada de salud. Sin embrago, cuando nació Christopher, ella aun estaba
viva y tuvo noticias de ello, aunque lamentablemente nunca tendría ocasión de
ver al niño.
Tres meses escasos habían transcurrido
después del nacimiento de Christopher, cuando Sophie quedó embarazada de nuevo
y Derek nació justamente una semana antes de que Christopher cumpliese su
primer año. Para el momento del nacimiento de Derek, Phillipe no se encontraba
en Inglaterra, ya que Marie había muerto para entonces y él estaba con Maurice.
Brian adoraba a sus hermanos y pasaba
mucho tiempo con ellos, pero la tragedia nuevamente los golpeó con la muerte de
Brenda. Ya Brian estaba más grande y resintió mucho su pérdida, sin embargo,
fue de gran ayuda para su madre en esos días, porque Kendall había caído en una
gran depresión de la que les costó sacarlo.
Y ahora, poco más de un año después de
la muerte de Brenda, volvían a ser víctimas del dolor con la muerte de Lord
Arlingthon, pero a pesar de que su vida había estado marcada por las pérdidas
tempranas de sus seres queridos, esto pareció fortalecer el carácter de Brian y
aunque seguía siendo un niño dulce especialmente con su madre, su tutor notó
que sería fuerte, decidido y un digno sucesor del título y los apellidos de los
que era heredero.
Aunque sus primeros cinco años de
matrimonio habían sido empañados por mucha tristeza, también le habían dado a
Sophie muchas alegrías, y esperaba que en el futuro hubiese más dicha que
motivos para llorar. Sus hijos crecían fuertes, sanos y hermosos, tenía un
marido que la amaba y un padre del que podía disfrutar cada vez que estaba en
Inglaterra. Sin embargo, la rueda del destino seguía girando…
que historia mas bonita ,no nos agas sufrir mucho
ResponderEliminarHooooola Josefa...
Eliminarque bueno saber de ti, ya pensaba q habías abandonado la lectura pero me alegra saber que no es así :-)...
gracias, me complace q te guste, lo del sufrimiento pueeeeees... espero q no sea mucho, jeje...
gracias Josefa... nos leemos en otra oportunidad... kisses...