Bodas de Sangre

Bodas de Sangre
Una vez superados los obstáculos ayudado en su mayor parte por Dylan, Kendall logró finalmente contraer matrimonio con Sophie. Después de la boda, Dylan emprenderá un nuevo, inesperado e insólito camino a través de un mundo del que no tenía ni idea de su existencia, mientras que la nueva pareja parte rumbo a Inglaterra para dar comienzo a un matrimonio que todos se preguntan cómo va a terminar siendo que dio inicio con unas Bodas de Sangre

sábado, 14 de junio de 2014

Cap. 04 Aprendiendo a vivir…



Después de la alarmante conversación con Luciano, Dylan parecía haber caído en una especie de letargo. Sin embargo, Luciano tomó las decisiones importantes que había que tomar. Escribió a los administradores de las propiedades de Dylan participándoles que él estaría de viaje por un largo período de tiempo, y que cualquier asunto importante se lo hicieran saber a través de Giacomo Petrelli, administrador de las propiedades del Conde de Cagliari. Dylan firmó las misivas sin apenas interesarse por su contenido y una vez resuelto esto abandonaron Francia.

Durante el viaje, Luciano intentó que Dylan se interesase en diferentes cosas como el paisaje, el clima, los lugares, pero parecía imposible. Por lo único que pareció interesarse y luego de varios días, fue por lo largo del mismo. Le parecía que llevaban mucho tiempo subiéndose de carruaje en carruaje y ya estaba fastidiado.

-         Bueno yo también estaría fastidiado si me negase tercamente a hablar  --  dijo Luciano
-         Pues ciertamente no  es tu caso, porque no dejas de hacerlo nunca  --  le contestó Dylan con muy poca delicadeza

La verdad era que últimamente le importaba muy poco como se sintieran los demás, pero eso ya Luciano lo sabía. Finalmente el dichoso viaje llegó a su fin, pero Dylan no estaba mucho más contento entonces.

-         Cálido lugar el que escogiste  --  dijo envolviéndose en su capa de viaje  --  ¿Dónde demonios estamos?
-         Si hubieses prestado atención lo sabrías

Dylan miró a su alrededor pero lo que veía era un verde paisaje que rodeaba a un monumental Dvorets [1]  con sus torres altas y explosivo colorido, por lo que dedujo correctamente que estaban en Rusia. En su anterior visita al país, Dylan solo había estado en Moscú y en Kiev, y obviamente no estaban en ninguno de los dos lugares.

-         Estamos en Yaroslavl

Dylan lo miró y elevó una ceja recordando que el día de su desdichada conversación, Luciano había mencionado que él pertenecía a los Yaroslávich, y aunque Dylan aun no tenía muy claro aquel asunto de las familias Devrigs, supuso que estaban en territorio amigo

Fueron recibidos en la puerta por el mayordomo a quien entregaron sus capas de viaje y luego subieron. Luciano condujo a Dylan hasta sus habitaciones y al menos durante aquel primer recorrido, Dylan notó que si bien aquel lugar tenía todas las características de una joya arquitectónica, a él en lo personal le disgustaba el recargado arte bizantino, esa mezcla de mosaicos y vivos colores herían sus ojos. De pronto escuchó la risa de Luciano a su lado.

-         En principio es normal porque tus gustos son más occidentales, y segundo, es una de nuestras desventajas.
-         ¿De qué hablas ahora?  --  preguntó con fastidio
-         De la vista, por supuesto. Te advertí que todo lo percibimos con mayor intensidad, y aunque en realidad en la decoración hay demasiados colores, primero el no estar acostumbrado a ellos y segundo el percibirlos con más intensidad, hacen que tu desagrado sea mayor.

Dylan lo pensó un momento y supuso que tendría razón, porque en su anterior visita y aunque tampoco le había resultado del todo agradable el exceso de colores de aquella particular corriente artística, tampoco lo había incomodado tanto.

Luciano lo dejó en su habitación y Dylan se acostó un rato, no estaba cansado pero tampoco tenía ganas de hacer nada, de modo que se quedó allí hasta que le avisaron que la cena iba a servirse. Se levantó con una mueca de fastidio, ya que desde que todo este desastre había ocurrido, su interés por la comida había prácticamente desaparecido, pero ya se había habituado a que aquello formaría parte de su nueva existencia. Durante los últimos días se había alimentado básicamente de frutas y algunas verduras, aunque nada de eso resultaba especialmente satisfactorio, pero en realidad y hasta donde sabía, nada lo sería.

Mientras comían, la curiosidad de Dylan se disparó y después de observar a Luciano durante un rato, decidió preguntar.

-         ¿Si no te produce ningún placer comer, por qué lo haces?
-         Primero, porque seguimos sintiendo hambre, segundo porque con el tiempo te darás cuenta que comienzan a resultarte atractivos a la vista los platos si están bien presentados, y tercero, porque nuestro cuerpo sigue necesitando alimentarse. Las frutas, las hortalizas y verduras, proporcionan ciertos elementos que nuestro organismo necesita, pero también se necesitan otras cosas presentes en otros alimentos.
-         ¿Y para qué? Estamos más muertos que vivos ¿no?  --  y aunque ya no le sorprendía, Luciano sonrió
-         Sigues teniendo un concepto errado de nuestra condición, me harías y te harías un favor sacando de tu cabeza todas las porquerías que has estado leyendo. Los Vrykolakas, Upyrs, Tympaniaios, redivivos, no muertos etc., no son más que el vano intento por explicar lo que les resulta inexplicable y ciertamente con muchas inexactitudes.
-         Pero no por eso menos cierto  --  retrucó Dylan de mal humor
-         Cuando alteras una verdad se convierte en una mentira. Entiende una cosa Dylan, es verdad que algunos Devrigs, muchos, son depredadores insaciables, pero no es verdad que necesitemos matar para sobrevivir. Lo que ya de por sí es una contradicción enorme, porque si según ellos estamos muertos, entonces para qué necesitamos sobrevivir.  También es cierto que algunos son hematófagos y es algo que obedece a un desorden mental más no a una necesidad, de manera que no es cierto que necesitemos la sangre para alimentarnos, y creo haber sido bastante claro en ese sentido. Y por último de entre lo más destacable y popular, podrías hundirle cientos de maderos en el pecho a un Devrig pero resultaría algo del todo inútil como ya te expliqué. De modo que harías bien en atender a lo que yo te digo y no a las estupideces que has leído y que sin duda leerás en el futuro  --  concluyó

Dylan se sentía como un escolar, pero intentar asimilar todo aquello como una realidad, su realidad, era por demás difícil y más en su actual estado alterado.

-         Ten paciencia, poco a poco irás acostumbrándote
-         Eso es fácil decirlo para alguien que…  --  Dylan se detuvo y lo miró  --  ¿Cuántos años tienes?  --  y la sonrisa volvió a dibujarse en los labios de Luciano
-         Creo que nací en el siglo IV, más específicamente en el año 305  --  la boca de Dylan era una redondísima y perfecta “O”  --  Como verás, son muchos más de los va diciendo uno por ahí  --  agregó con sorna

Sin embargo y a pesar de su estupefacción, logró sacar rápidas cuentas y en su cabeza no cabía que aquel individuo que no aparentaba más de unos veinticinco años, tuviese en realidad más de mil doscientos. Y por otra parte hizo un rápido repaso mental de los eventos importantes a través de la historia, y se preguntaba cómo la vería Luciano que había sido testigo presencial de esos eventos.

-         No de todos pero sí he visto más de lo que me gustaría en realidad, y muchos de ellos están sobrevaluados  --  pero a pesar de lo que decía, la curiosidad de Dylan corría en  muy diversas direcciones  --  Tómatelo con calma, ya tendrás tiempo de preguntar todo lo que se te ocurra, porque tiempo es lo que va a sobrarte

En cierta forma Dylan se alegró de ello, porque era mucho lo que quería saber y siendo que Luciano era  un insaciable y ameno conversador, esa experiencia de aprendizaje histórico sin duda le resultaría muy valiosa. No obstante, lo más importante e inmediato para Luciano en los días y años venideros, sería que Dylan aprendiese a vivir con su nueva naturaleza, a conducirse con mesura y con la deseable capacidad para controlar sus instintos,  aunque nunca se negó a contestar las inagotables preguntas de Dylan.

Una de las primeras cosas que Dylan aprendió fue a controlar el efecto que causaba el clima sobre su cuerpo.

-         No es que no puedas exponerte a los rayos solares  --  le explicó Luciano  --  puedes hacerlo, pero en principio sentirás como si te estuvieses quemando, porque como en todo lo demás, lo experimentarás con más intensidad. De ahí la estúpida especie de que no soportamos la luz solar y solo podemos vagar de noche  --  agregó Luciano con fastidio como cada vez que hacía referencia a alguna de las que llamaba estúpidas supersticiones populares

Y ciertamente al principio a Dylan le parecía que el más mínimo rayo de sol lo quemaba como si estuviese en una hoguera, pero Luciano descubrió que él era disciplinado y muy terco, de modo que relativamente pronto aprendió a controlar aquello.

Con la comida tuvo algo más de dificultad, parecía un niño malcriado al que nada gustaba. Ante ciertas comidas especialmente las que nunca le habían gustado mucho, ahora simplemente las odiaba y hasta comenzaba a vomitar con solo percibir su olor, como era el caso de los huevos y la carne de cualquier ave. De modo que aquello le tomaría mucho más tiempo.

-         ¿Quién es ella?  --  le preguntó un día a Luciano mientras se encontraban en uno de los salones  --  No me opondría a conocerla, ya que es realmente hermosa  --  agregó mirando la pintura de una mujer
-         Es mi madre, infeliz  --  le contestó Luciano

Dylan giró la cabeza con rapidez pero Luciano estaba mirando la pintura, de modo que él volvió a mirar a la retratada y de nuevo a Luciano buscando las similitudes, y ciertamente había algunas. La dama del cuadro y según el artista, tenía cabellos castaños y ojos verdes, facciones delicadas y expresión alegre. Volvió a mirar a Luciano y fue notorio en ese momento para él que su amigo tenía la misma expresión de eterna alegría y los mismos ojos verde esmeralda pero sus cabellos eran negrísimos, de manera que supuso que eso lo había heredado de su padre. Sin embargo, esto despertó de nuevo la curiosidad por los orígenes de Luciano.

-         Antes me dijiste que pertenecías a la familia de los Yaroslávich, pero eso suena a un nombre de esta región ¿De dónde eres realmente? ¿Dónde naciste? ¿Luciano Franceschi es tu verdadero nombre?
-         Sí y no  --  dijo él y luego aclaró  --  La familia de mi madre era originaria de Cerdeña, pero en algún momento dejaron la isla y se fueron al continente. Supongo que mi abuelo tuvo mucho tiempo para arrepentirse de eso, porque mi madre fue secuestrada por hordas bárbaras y traída a estas tierras, de modo que yo nací aquí pero me considero más italiano que ruso. En cuanto a mi nombre, decidí utilizar los apellidos de mi madre y mi nombre original es Lucien, de modo que eso solo varió un poco.
-         ¿Y tu título es legítimo?
-         Sí, sí lo es. Mis ancestros eran los señores de Cagliari en Cerdeña desde mucho antes de las guerras púnicas y de  la invasión romana.  Y hace ya algún tiempo yo volví a Cagliari y recuperé lo que nos pertenecía. De modo que sí, es muy legítimo.

Dylan decidió mejor no preguntar cómo lo había recuperado, en cambio sí pensó en Emiliana, porque anteriormente había notado que los hermanos no guardaban parecido y ahora recordó ese detalle que a la luz de los hechos, lucía muy probable que en realidad no hubiese existido tal parentesco.

-         ¿Emiliana realmente era tu hermana?
-         Lo era pero no fue hija de mis padres, porque independientemente de eso, todos los descendientes de una familia Devrigs nacidos o transformados son considerados hermanos entre sí, como tú lo eres ahora. Y aunque las disputas son frecuentes entre hermanos y en algunos casos pueden terminar muy mal, se supone que somos leales los unos a los otros, de manera que si un Lothian o un Savaresce te amenaza, cualquier Yaroslávich actuará en tu favor y te defenderá aunque personalmente esté en conflicto contigo.

El tiempo siguió su curso y poco a poco Dylan iba asimilando lo que Luciano le iba diciendo. La batalla por el control de sus emociones y sentimientos estaba resultando muy dura y con mucho lo más difícil hasta el momento, ya que oscilaba entre estados de desánimo total y accesos de peligrosa ira.

A medida que se iba normalizando su alimentación, su complexión física fue haciéndose más sólida. Se ejercitaba todos los días y ya Luciano no podía someterlo con tanta facilidad como al principio, aunque aun seguía siendo más fuerte que él.

-         Y siempre lo seré  --  le dijo un día luego de una intensa jornada de entrenamiento  --  no olvides que tengo algunos años más que tú
-         ¿Algunos? ¡Eres un anciano, cretino!  --  dijo mal humorado
-         Pero uno que puede romperte el cuello con una mano atada a la espalda  --  dijo a su vez Luciano riendo

Otro asunto que hubo que resolver fue el de la hiperactividad sexual. Dylan había sido un joven normal y con una saludable atracción por las féminas, pero en sus actuales circunstancias las cosas habían cambiado un poco.

-         Lo importante es que controles principalmente tus instintos, y en segundo lugar tu fuerza y procures no partir por la mitad a la infortunada criatura 

Luciano le hizo esa advertencia con su habitual tono burlón pero Dylan estaba horrorizado, y ciertamente no podía haberse imaginado una situación peor. Sus primeros intentos fueron un fracaso total, porque entre intentar controlar sus instintos que tal y como había dicho Luciano se volverían salvajes y al mismo tiempo tratar de no matar a la mujer en cuestión, algo aparte de difícil poco exitoso porque si bien habían conservado la vida las había maltratado mucho, de modo que el asunto había resultado no solo insatisfactorio por donde quiera que lo viese sino sumamente frustrante, así que aquello tomaría un muy largo tiempo también.

Habían transcurrido tres años, y aunque aun tenían un largo camino por recorrer Luciano estaba bastante satisfecho. Aquella era una actividad que nunca había apreciado realmente, y de no ser porque tenía otras muy buenas razones, esta sin duda sería una por las que evitaría con diligencia transformar a nadie. Dentro del código de ética de los Devrigs y aunque era una letra no escrita, se suponía que cuando transformaban a alguien debían ser responsables por ese alguien, y como Luciano la última cosa que quería en el mundo era servir de niñero, lo evitaba a toda costa. El sabía que aquella norma era interpretada según el talante de cada individuo, pero para su desgracia él era de la clase que se tomaba las cosas en serio, algo que sin duda había redundado en beneficio de Dylan, porque de haber estado en otras manos, las cosas podían haber sido muy distintas.

Una mañana mientras paseaban a caballo, se encontraron con un accidente en medio del camino. Un coche se había volcado y el conductor había quedado bajo él. Dylan y Luciano se apresuraron a bajar de sus monturas y con la facilidad que cabía esperar retiraron el carruaje y se aproximaron al sujeto. Éste tenía el torso y las piernas destrozadas y sangraba profusamente.

-         Tenemos que llevarlo a alguna parte para que sea atendido  --  dijo Dylan con urgencia
-         No llegará a ningún lugar

Pero Dylan lo miró con ira, porque ya él sabía de su rapidez y por supuesto Luciano lo era mucho más que él, de modo que no podía aceptar aquello.

-         Dylan  --  lo detuvo Luciano  --  es momento que aprendas otra importante lección
-         No es momento para…
-         Sí, sí lo es. En primer lugar, este desdichado está muriendo y no hay nada que podamos hacer y no debemos hacerlo
-         ¿De qué hablas?
-         No nos corresponde alterar el orden natural de las cosas, ten presente la razón por la que somos lo que somos y que esto se lo debemos a unos desgraciados que quisieron manejar el mundo a su antojo, de modo que no cometas el mismo error.  
-         Pero esto es diferente, se trata de…
-         No, no es diferente, las cosas suceden por alguna razón y créeme cuando te digo que no hay tiempo. Ahora presta atención  --  le dijo agachándose a su lado  --  dame tu mano  --  aunque Dylan seguía sin entender lo obedeció y extendió su mano. Luciano hizo que la colocase sobre la frente del moribundo y luego advirtió  --  Sentirás como si algo estuviese horadando la palma de tu mano y al mismo tiempo un intenso calor, pero no la retires hasta que la sensación haya pasado por completo ¿Has comprendido?  --  pero Dylan lo miraba con expresión de confusión  --  ¡Dylan!  --  exclamó Luciano  --  ¿Has comprendido?  --  y él asintió

No habían transcurrido más que unos pocos segundos cuando sucedió exactamente lo que Luciano había dicho. El primer impulso de Dylan fue de retirar la mano al sentir la punzante sensación y el repentino e intenso calor, pero la mantuvo allí. Aquello solo duró unos pocos segundos, después de los cuales Dylan experimentó una extraña sensación cuya descripción más cercana sería la de la satisfacción y miró a Luciano.

-         Acabas de absorber su esencia vital  --  dijo contestando a la pregunta no formulada  --  Como ves, no es necesario matar a nadie para obtener lo que necesitamos, porque las personas mueren constantemente a nuestro alrededor y no es nuestra culpa.

Luciano sin duda había escogido la mejor forma y momento para exponer y comprobar aquello, porque aunque a Dylan no se le hacía especialmente agradable la idea, se sentía demasiado bien en ese momento como para cuestionar nada. Sin embargo, días después de ese hecho, volvieron a hablar del tema.

-         ¿De veras no podíamos salvarlo o lo hiciste solo para demostrarme el asunto de nuestra alimentación?
-         No, no lo hice por eso. Ese hombre estaba destinado a morir y simplemente su muerte resultó útil. Pero sí había un modo de salvarlo, solo que no seré yo el que lo emplee nunca  --  Dylan supo sin que se lo dijera cuál habría sido la forma
-         ¿Por qué?
-         Ya te lo dije, eso equivaldría a alterar el orden natural de las cosas y pienso que ya habemos muchos de nosotros, y partiendo del principio que ni siquiera deberíamos existir, no veo la necesidad de crear más.

Por fuerza Dylan tenía que estar de acuerdo, pero no sabía si algún día él alcanzaría el nivel de convicción y la voluntad de Luciano.

Estaban cercanos a cumplir cuatro años en su impuesto exilio cuando Luciano decidió que necesitaban un poco de diversión, para lo que escogió visitar la corte Austro-Húngara. En principio a Dylan le pareció una pésima idea, primero porque nunca había sido especialmente afecto a la vida cortesana, y en segundo, porque no estaba  muy seguro de cómo se comportaría compartiendo de nuevo en sociedad, ya que sentía que ya no formaba parte de la raza humana. Sin embargo, Luciano se empeñó y empleó toda su considerable habilidad hasta que finalmente derrumbó las objeciones de Dylan.

En la primera reunión a la que asistieron se encontraron con Desire, la hermana de Sophie. En cuanto Luciano la vio condujo a Dylan en dirección opuesta, pero luego se detuvo recordando que aquella mujer en realidad no era una Saint-Claire.

-         ¿Y eso qué?  --  preguntó Dylan

Desde hacía un tiempo Dylan era cada vez más capaz de percibir los pensamientos de Luciano, de modo que no le extrañó y se detuvo a explicar.

-         Las Saint-Claire son criaturas a las que debes evitar  --  le dijo
-         ¿Por qué?
-         Porque son nuestras enemigas naturales. Son brujas Dylan, y son los únicos seres sobre la tierra capaces de reconocernos

Las imágenes se sucedieron a toda velocidad en la mente de Dylan. Recordó hechos pasados y que daban veracidad a lo que acababa de decir Luciano. Sophie siempre había hecho cosas extrañas que durante su infancia tanto Kendall como él habían terminado por aceptar como normales, pero que ciertamente ahora sabía que no lo eran. Dylan recordó el episodio del oso, así como las conversaciones de Sophie con otras especies y su capacidad para curar heridas casi sin esfuerzo ni ayuda. Sin embargo, no podía imaginarse a Sophie como enemiga de nadie, mucho menos suya.

-         Cometes un error  y no porque ella quiera serlo, sino porque está en su sangre
-         No entiendo Luciano
-         Prometo explicártelo pero no ahora.
-         De acuerdo, pero al menos aclárame algo. Dijiste que eran las únicas que podían reconocernos  --  pensó un momento y luego preguntó  --  ¿Eso significa que Sophie sabe lo que somos?
-         No, ella no
-         ¿Madeleine?
-         No con exactitud pero si percibió algo extraño. Supongo, por fortuna para nosotros, que aun no tiene el entrenamiento ni los conocimientos necesarios
-         Pero…
-         Te dije que en otra ocasión te lo explicaría. Por el momento conténtate con saber que debes evitarlas.

Pero ciertamente Dylan no estaba nada contento y pasaría aun mucho tiempo para que entendiese el significado de todo aquello.




[1] Dvorets: Palacio ruso

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