Sophie estaba sentada frente
al espejo cepillándose su largo cabello y hacía un repaso mental de su vida
durante los últimos años. A pesar de las muchas pérdidas que había sufrido a lo
largo de su infancia y en los primeros años de su matrimonio, la última década
podía decir que había sido feliz.
Miró con cariño la carta que
había estado leyendo y sonrió. La misiva era de Brian y sin proponérselo su
mente comenzó a vagar entre los recuerdos. Ya Brian tenía dieciocho años y a
pesar de que Sophie inicialmente pensó que el chico sería exactamente igual a
su padre, esto no había resultado así, porque a medida que se había ido
desarrollando se fueron perdiendo los rasgos que lo identificaban con Kendall y
aunque Sophie no había conocido a la madre de Brian, estaba segura que él era
muy parecido a ella.
En el carácter tampoco existía
mucha conexión, aunque el chico exhibía la misma facilidad de palabra de su
padre y habiendo recibido la mejor educación, estaba versado en un sin fin de
temas que hacían de su charla una experiencia muy amena. En lo que sí parecía
haber heredado el talento de su padre, era en su capacidad para atraer al sexo
opuesto. Brian había comenzado a alternar en sociedad el año anterior y a
juzgar por lo que le contaba Kendall y lo que leía en los diarios, no podía
estarle yendo mejor. En lo que Sophie leía con cierto desagrado, se lo
describía como el soltero más codiciado de la temporada y a aunque Kendall se
estaba viendo muy presionado por sus conocidos y amigos para que comprometiese
a su hijo en matrimonio, esto era algo que debido a su propia experiencia y a
los consejos de Sophie, él se había negado a hacer. Había decidido darle al
menos una oportunidad a Brian para que conociese a alguna joven que fuese de su
agrado, aunque no se lo había dicho de ese modo.
No obstante, ya iba siendo
tiempo de tomar una decisión y Brian no había manifestado interés por ninguna
chica en particular, y en opinión de Sophie eso obedecía a que ninguna cubría
las expectativas de Brian, así como opinaba también que la chica que finalmente
resultara electa sería enormemente afortunada, y no porque Brian fuese el
heredero del título, sino porque seguía siendo el mismo chico dulce, atento y
sumamente delicado que Sophie había conocido.
Brian se llevaba muy bien con
su padre y adoraba a sus hermanos, pero su locura seguía siendo su madre.
Christopher estaba a punto de
cumplir catorce años, era un jovencito alto y rubio como Kendall pero con los
ojos azul oscuro de Sophie, y sus rasgos estaban a medio camino entre los de su
padre y los de su madre. Era despierto y curioso, pero a diferencia de Brian
quien nunca mostró mayor interés en las actividades de la corte, aquel chico
parecía haberse dedicado a estudiar exclusivamente todo lo concerniente a los
linajes e historias de todos los miembros pasados y presentes de la nobleza
inglesa. Era un modelo de corrección y buenos modales y sin duda tendría tanto
o más éxito que su hermano mayor cuando fuese su turno de integrarse a la vida cortesana.
Christopher había sido escogido por su tío Arthur como heredero de su título
cuando tenía apenas cinco años, porque hasta la fecha no había tenido
descendencia masculina y aunque Kendall le había dicho que era pronto para
darse por vencido, Arthur siempre había sido en extremo previsor, y a la luz de
los hechos posteriores quedó demostrado que había estado acertado, ya que
relativamente poco después Arthur contrajo una severa pulmonía de la que no logró
recuperarse y la que finalmente le causó una prematura muerte. De modo que
Christopher se convirtió en el nuevo Conde de Durham a la edad de ocho años.
Y Derek Arlingthon era un caso
perdido en todos los aspectos posibles. En breve cumpliría trece años y era una
copia en miniatura de Kendall, pero el parecido no era solo físico, sino que
exhibía el mismo carácter, los mismos gestos y hasta las mismas manías de su
padre. Pero si Christopher mostraba mucho interés en la vida social y Brian uno
muy moderado, a Derek no podía haber nada que le importase menos. Era sumamente
inteligente y aprendía casi sin esfuerzo, pero a pesar de ello ningún tutor
parecía poder con él, porque aquel muchachito resultaba exasperante. Era
imposible conseguir nada de él por la vía de la imposición, pero intentar
razonar con él era igualmente frustrante porque solía usar su bien entrenada
lengua para terminar siempre dejando a su interlocutor como un perfecto idiota.
Aparte de lo anterior, tenía
la tendencia a desaparecer en el bosque arrastrando consigo al bueno de Chris y
metiéndolo en los más horrorosos líos, y aunque culpable o no siempre terminaba
reconociendo con la mayor desvergüenza haber sido el causante de los mismos, gracias
a su astucia, labia y un encanto que derrochaba sin medida, solía salir bien
librado de todo y sin duda alguna era adorado por todos los miembros de la
familia.
El primer tutor que había
tenido Derek tuvo un final trágico, porque una de las primeras cosas que
advertía Kendall a los tutores de sus hijos, era que bajo ningún concepto les
asistía el derecho de maltratarlos de ninguna manera. Kendall siempre hacía
esta advertencia porque aquellos sujetos y él lo recordaba bien, tenían la
odiosa manía de intentar hacer entender a los niños propinándoles dolorosos
golpes con una vara, o tirando de sus orejas como si fuesen a desprendérselas.
Sin embargo, aquel individuo debió tener algún serio problema de entendimiento,
porque no solo desoyó la orden, sino que no se trató de una palmada o tirón de
orejas, sino que abofeteó a Derek partiéndole el labio y dejándole la mejilla
amoratada.
Kendall estaba en Londres pero
en cuanto Sophie vio a su hijo, montó en cólera y se olvidó del hecho de que
era una dama, de modo que luego de atender a Derek, se fue derecha hacia el
estudio con Brian detrás intentado tranquilizarla pero con éxito nulo,
desenvainó una ornamentada espada y marchó en busca del desgraciado tutor.
-
¡Madre por favor! -- exclamó Brian
-
-
Vete a tu habitación Brian -- le ordenó ella
Sin embargo, esa fue la primera
y única vez que Brian la desobedeció. Sophie entró como un vendaval en la
habitación del sujeto y sin molestarse en llamar siquiera. Sobra decir que el
hombre saltó de su asiento más allá de la sorpresa.
-
Mi lady…
-
¡Cállese y escuche! -- lo silenció ella --
Solo en caso de que desee conservar su miserable cabeza, abandonará mi
casa en este momento
-
-
Disculpe mi lady pero no creo…
Aquello fue un mal asunto,
porque Sophie era una Saint-Claire y no se caracterizaba por su paciencia y en
cambio sí por su habilidad con el objeto que tenía en la mano. De modo que
avanzó hacia el hombre y le puso la punta de la espada en el pecho.
-
¡Fuera!
De manera que el individuo fue
literalmente sacado a punta de espada de la propiedad de los Arlingthon. Pero
tristemente para él, Phillipe Saint-Claire estaba en Cleves y esa tarde cuando fue a Darnley a ver su hija y a sus
nietos, al ver a Derek y enterarse de lo sucedido, sin decir ni media palabra
salió a toda prisa y se fue en busca del desdichado. Por supuesto le tomó solo
unos pocos minutos dar con él, ya que en le pueblo no había muchas opciones de
alojamiento y sin duda el pobre sujeto quedó en condiciones lamentables después
de la despiadada paliza que le propinó Phillipe.
No obstante, el hostelero le
dijo que podía considerarse afortunado, porque Phillipe Saint-Claire tenía en
su haber una indecente lista de cadáveres y considerando que a quien había
agredido era a su nieto, le había ido demasiado bien. Sin embargo, el hombre no
parecía ser de la misma opinión y en cuanto se recuperó de sus heridas, marchó
a Londres en busca de Lord Arlingthon, porque en su opinión no había hecho nada
malo y había sido tratado muy injustamente por Lady Arlingthon, y en forma decididamente
criminal por Phillipe. Este razonamiento solo puso de manifiesto que el sujeto
en cuestión debía tener algún serio trastorno, porque en cuanto le avisaron a
Kendall que el tutor de su hijo solicitaba hablar con él y siendo que Kendall
ya había sido advertido de lo sucedido, bajó hecho una furia y dispuesto a
completar lo que Phillipe había iniciado, pero al ver las condiciones en las
que aun se encontraba, aplaudió mentalmente a su suegro, se tranquilizó y echó
al fulano aquel de su casa. Pero Kendall Arlingthon era vengativo, de modo que
movió sus influencias y el individuo terminó en la Torre de Londres.
Derek pronto pareció olvidar
todo el episodio con el desgraciado tutor, pero en realidad y a partir de
entonces, odió por sistema a todos ellos y su única meta en la vida parecía ser
hacerles la vida miserable.
Los tres chicos amaban con
locura a su madre, pero de los tres, Derek era el único que se mostraba
neciamente celoso con todo y con todos los que la rodeaban, desde su padre
hasta las inocentes mascotas. Cualquier cosa o persona que despertase el
interés de Sophie, automáticamente se ganaba la mala voluntad de Derek y el
único que se salvaba de los celos del chico era su abuelo Phillipe, y nadie
sabía la razón para esto. Desde que era un bebe, había tenido furiosos pleitos
con Brian por la atención de Sophie, y aunque en un principio el asunto los
divertía, después de un tiempo comenzó a preocuparlos. Afortunadamente Brian
era muy paciente y tranquilo, de manera que procuró siempre no molestar a Derek
en ese aspecto y todo marchó bien.
El día de su cumpleaños número
diez y mientras su padre y su abuelo hablaban con Brian acerca de su próxima
visita a Londres con motivo de comenzar a cumplir con su rol como futuro Duque
de Darnley, Derek procuraba con ahínco fastidiar a Christopher que escuchaba
con atención lo que le decían a su hermano mayor.
-
Qué fastidio contigo Chris -- se quejó
-- ¿Qué te importa a ti eso?
-
Importa porque cuando yo…
-
¡Apenas tienes once, hombre! ¡Faltan siglos para eso! -- exclamó y todos volvieron la mirada hacia el
chico
-
Y a ti también debería importarte
-- siguió sermoneándolo Christopher
-
¿Y a mí por qué?
-
Porque eres un Arlingthon y no puedes…
-
Espera, espera -- lo
detuvo -- A diferencia de ustedes y gracias al cielo,
no tengo que cargar con ningún título, y espero que tengan la decencia de
seguir convenientemente vivos por lo menos hasta tener un heredero, porque no
van a endilgarme a mí eso, ni la terrorífica necesidad de casarme con alguna
dama que pueda resultar un monstruo.
En otras circunstancias o en
otra familia, aquello habría resultado del todo inadecuado, tanto la
conversación en sí, como el desvergonzado comentario, pero en lugar de ello,
los padres y el abuelo de la criatura prorrumpieron en una sonora carcajada.
-
Si hay algo que jamás podrías negar, es que es hijo tuyo de los pies a la
cabeza -- dijo Sophie mirando a su esposo
-
Eso es obvio madre, no hay más que verlo
-- dijo Brian mientras Kendall
aun reía
-
No lo digo solo por eso, sino porque tu padre sustentaba las mismas ideas a
la edad de Derek y aun bastante después
-- aclaró ella sonriendo
-
¿Lo ves? -- le preguntó Derek a Christopher con voz
triunfante
-
Pero con los años viene la madurez Derek
-- le dijo Kendall
-
Bueno, yo espero no tener esa desgracia, porque todo lo que quiero es irme
con el abuelo a Francia, conocer a las lindas señoritas francesas y…
-
¡Derek! -- exclamaron Brian y Christopher al mismo
tiempo y mirando a su madre con consternación y vergüenza ajena
Sin embargo, Sophie estaba
mirando a su padre con reprobación, porque sin duda aquellas ideas solo podían
provenir de ese cerebro. Kendall estaba a medio camino entre la risa y el
asombro, mientras que el mencionado abuelo hacía infructuosos esfuerzos por
ocultar la risa.
Por supuesto Sophie tenía
razón, porque Phillipe adoraba a sus tres nietos pero con Derek había perdido
por completo la cabeza. Phillipe quería muchísimo a Brian y a Christopher y de
hecho sus relaciones con Brian habían sido excelentes porque había sido el
primer chico sobre el que había podido volcar tanto las enseñanzas como el amor
que no pudo darle a un hijo propio. De Christopher le gustaba su sed por
aprender y en conjunto se llevaba bastante bien con él. Pero cuando nació Derek, Phillipe había
estado en Francia debido a la muerte de Marie y había pasado más de un año sin
volver a Inglaterra y cuando regresó ya el niño tenía aproximadamente un año.
Pero desde que vio a su nieto menor se estableció entre ellos una empatía y una
unión tales, que Phillipe casi termina
por mudarse a Darnley. Y desde que Derek
cumplió tres años, solía llevárselo con él a Cleves, y pasaba días sin devolverlo para gran consternación de
Sophie, pero finalmente se habían acostumbrado a aquello. Phillipe se dedicó
con tanto ahínco a Derek, que prácticamente dejó de ir a Francia, porque cada
vez que tenía que separarse de él se sentía miserable. De modo que sin duda la
mitad de la formación del pequeño demonio
como lo llamaba cariñosamente su padre, y absolutamente todo a nivel
académico, se lo debían a Phillipe, ya que los tutores tenían muy escaso éxito
con el chico. Aparte de esto, Derek a los cinco años ya sabía como manejar una
espada, montar y un sin fin de cosas más que eran impropias de su edad pero que
su abuelo juzgó conveniente enseñarle.
Lo que nadie sabía hasta la
fecha, era que Phillipe aunque había estipulado una repartición bastante justa
de sus bienes entre los tres chicos, había decidido cederle sus títulos a
Derek, y de momento pensaba que era mejor que nadie lo supiese. Ya había
planeado con todo cuidado que en cuanto el niño tuviese la edad apropiada, lo
llevaría con él primero a Francia, naturalmente, para que viese de cerca todo
el legado familiar y despertase con ello el amor por sus raíces. Luego harían
un recorrido por las cortes europeas y en el momento oportuno, le informaría
que era el heredero de sus títulos.
Acerca del viaje obviamente si estaban todos informados, y a eso
obedecía la desesperación del chico porque llegase el momento de partir, pero
de que Phillipe había decidido que Derek Arlingthon sería el futuro Archiduque
de Lothringen y Conde de Cleves, nadie tenía ni la menor idea.
Maurice, Madeleine y Jacques,
habían estado en diversas oportunidades de visita en Inglaterra, y para
Madeleine había resultado aparte de grato, muy tranquilizador el ver a Sophie
feliz. En uno de sus primeros viajes que fue efectuado mucho después de la
muerte de su madre, en una conversación que tuvo con su prima, ésta le
manifestó que aunque estaba muy feliz con todos sus hijos, lamentaba no haber
tenido una niña.
-
Pero la tendrás -- había dicho Madeleine de forma inmediata e
inconsciente
-
¿Cómo dices?
Madeleine se había quedado
silenciosa y a continuación cerró los ojos. Sophie pensó que se había sentido
repentinamente indispuesta, pero en realidad Madeleine estaba recibiendo
imágenes que aunque algo confusas, sin duda eran de la futura hija de Sophie.
Sin embargo, habían pasado cinco años desde que Madeleine le dijese eso, de
modo que ya Sophie había perdido las esperanzas.
Sophie estaba perfectamente al
tanto de lo mucho que había avanzado su prima en el terreno de las enseñanzas
de Sara, algo que ella había abandonado en beneficio de atender a su matrimonio
y a la crianza de sus hijos, aunque seguía siendo muy hábil para las curaciones
y a pesar de que ya no mantenía charlas
con los que fuesen sus primeros amigos de la infancia, todavía existía entre
ella y cualquier criatura viva una especie de conexión especial, pero había
aprendido a ser discreta con ello y Kendall parecía haberlo olvidado por
completo.
Madeleine y Jacques al igual
que Maurice, ya llevaban cerca de tres meses en Inglaterra, Jacques había ido
un par de veces a Francia y había vuelto, y aunque Madeleine no participaba
mucho de las temporadas sociales, Phillipe insistía en que se quedasen hasta el
final de la misma, y si lo lograba, Sophie estaba segura que haría que se
quedasen hasta el año próximo. Esta idea la hizo sonreír, porque aparte de
alegrarle tener a su familia cerca, eso le daría más oportunidad para averiguar
qué era lo que estaba preocupando a Madeleine y que hasta ahora se lo había
ocultado con éxito a Sophie. No obstante, confiaba en que su padre lograse que
se quedaran, porque él siempre conseguía lo que se proponía.
Sin embargo, en aquella
oportunidad el destino tenía otros planes y Sophie no tendría ocasión de
enterarse qué era lo que estaba preocupando a Madeleine, porque poco antes de
que finalizase la temporada, Jacques recibió la noticia de que una de las
propiedades en Francia había sido devastada por el fuego, muchas personas
habían muerto y urgía su presencia allí. De modo que Madeleine se negó a
dejarlo marchar solo y se fue con él.
Si Madeleine se hubiese
quedado, posiblemente no habrían tenido lugar los acontecimientos futuros, pero
la rueda del destino hacía mucho que se había puesto en marcha y simplemente
seguía su curso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario