En cuanto Phillipe había llegado a
Francia, Madeleine lo había puesto al tanto de todo, momento que decidieron
aprovechar para poner al corriente también a Maurice y el pobre sujeto había
quedado a medio camino entre la incredulidad y la ira. Lo primero obedecía a lo
fantástico de todo aquello e incluso llegó a
pensar que tanto su hija como su hermano sufrían un severo trastorno
mental, pero una vez que le demostraron con hechos toda aquella locura, tuvo
que rendirse a la evidencia, pero al mismo tiempo lo invadió la ira.
Maurice era ordinariamente un sujeto
tranquilo, no le gustaba ni buscar problemas ni verse envuelto en ellos pero
seguía siendo un Saint-Claire, por lo tanto cuando se molestaba podía ser
extremadamente peligroso y en este caso su ira estaba lógicamente dirigida a
aquellas diabólicas criaturas que habían sesgado la vida de Jacques y hundido a
su hija en aquel dolor, porque aunque Madeleine sobrellevaba la pérdida de su
esposo con enorme fortaleza, tanto Maurice como Phillipe sabían que estaba
hecha pedazos.
Le llevó un buen tiempo a Phillipe calmarlo,
algo del todo insólito porque generalmente era al revés, pero en esta ocasión
Phillipe veía las cosas de distinto modo, sobre todo después que Madeleine le
refirió la conversación con Istvan.
-
¿Qué
opinas? -- le preguntó a su sobrina
-
¿Qué
opino de qué?
-
Del
sujeto ese, por supuesto -- dijo él
-- ¿Crees que es sincero? ¿Se
puede confiar en él?
-
¿Estás
loco? --
gritó más que preguntó Maurice
-
No
lo sé tío -- dijo Madeleine ignorando la indignación de su padre -- Estaba
alterada en ese momento, acababa de…
-
Entiendo
linda --
dijo él abrazándola -- Pero me dijiste que te había dejado las señas
de uno de ellos ¿no? -- y ella asintió
-
¡Phillipe
Saint-Claire! -- exclamó de nuevo Maurice --
Espero que no estés pensando hacer lo que creo, porque…
-
Maurice
hazme el favor de calmarte -- dijo perdiendo la paciencia -- Yo
también quería a Jacques y lamento su muerte tanto como tú, pero eso ya no
tiene remedio y creo que lo más sensato es asegurarnos de las intenciones de
estos… sujetos -- finalizó no muy seguro de que fuesen personas -- Si
lo que le dijeron a Madeleine es cierto, concuerdo con ellos en que no hay
motivos para enfrascarnos en una absurda guerra que…
-
¿Absurda? -- lo
interrumpió Maurice -- ¡Son monstruos
Phillipe!
-
Yo
no lo veo así, o al menos…
-
Phillipe
escúchame, me costó mucho aceptar todo esto pero siendo que es cierto, nosotros
podemos acabar con ellos
Adrian y Mijail que escuchaban a
distancia para evitar ser descubiertos por Madeleine, se miraron con
preocupación, porque si Maurice convencía a su hermano las cosas podían ponerse
muy mal, ya habían vivido ese tipo de persecuciones antes y nunca habían
terminado bien.
-
Maurice,
si lo que ese hombre le dijo a Madeleine es cierto, no hay necesidad de algo
así
-
Phillipe
no seas necio, es lógico que le dijera eso
-- insistió Maurice --
¿Acaso no lo ves? Tienen miedo porque somos los únicos que podemos
acabarlos.
Phillipe se quedó en silencio un rato y
los que miraban a lo lejos si bien tuvieron alguna dificultad lograron saber
algo de lo que estaba pensando. Phillipe pensaba que por una parte era posible
que su hermano tuviese razón pero también cabía la posibilidad de que estuviese
equivocado y al final todo se sustentaba en la opinión de Madeleine y ella no
estaba segura de nada.
-
¿Madeleine? --
volvió a preguntar
-
Ya
te lo dije tío Phillipe, no lo sé
-
Bien,
entonces creo que lo mejor será hablar con ese sujeto, y ahora que estás más
tranquila quizá…
-
¡Phillipe
eso es una locura a menos que me digas que vas clavarle una daga al muy
desgraciado!
A pesar de lo que decía Maurice, al
menos de momento no había nada más lejos de los pensamientos de Phillipe,
circunstancia que tranquilizó en algo a los dos Lovets. No obstante,
consideraron oportuno avisarle a Edin.
Un par de días después y una vez que
Phillipe se hiciera cargo de algunos asuntos pendientes, decidiría ir a ver a
Edin, visita para la que ya éste estaría preparado, porque en cuanto Adrian le
avisó acerca de las intenciones de Phillipe, él se fue a ver a Istvan.
-
No
tienes que hacerlo Edin -- le dijo Istvan después de escuchar los
pormenores de la conversación entre los Saint-Claire
-
Por
supuesto que debo hacerlo -- dijo él
-- Te comprometiste con
Madeleine.
-
Exacto,
“yo” me comprometí, no tú -- aclaró él
-- Yo me haré cargo
-
Istvan
puedo hacerlo, conozco a Phillipe y…
-
Conociste a Phillipe Saint-Claire, ya no es el jovencito al
que trataste y tú mismo nos dijiste que era un sujeto peligroso
-
Pero
aun así estoy seguro que no me haría daño
-- insistió Edin
-
Edin,
por empezar no eres lo que él creyó que eras, eres un Devrig y él es un
Saint-Claire en posesión del conocimiento de lo que eso significa, y como no
estamos seguros de qué quieren o cómo van a reaccionar, no puedo ponerte en riesgo --
hizo una pausa y agregó -- Cualquiera de ellos podría decir atacarte y aun
suponiendo que te vieses en la necesidad de desaparecer a toda velocidad,
seguiría siendo un riego, porque no sabemos qué
puede hacer Madeleine Saint-Claire para impedírtelo.
-
Pero
lo mismo aplicaría a ti
-
Así
es, pero yo he vivido mucho más que tú y estoy preparado para dejar de
hacerlo -- dijo él con tranquilidad para enorme
consternación de Edin
En términos generales aquello era
cierto, Istvan habían vivido muchísimo más que Edin pero esto no hacía que él
se sintiese mejor pensando que pudiese morir en su lugar.
-
Y
si yo falto habrá otro preparado para sustituirme, de modo que no hay más
discusión, es una orden Edin -- dijo en tono que no admitía réplica, pero
luego agregó en forma más suave -- En cuanto recibas el aviso de que los
Saint-Claire van a verte, házmelo saber
-
Sarì,
al menos déjame estar presente
-
Solo
con una condición -- dijo después de pensarlo un momento -- Los
recibiré yo en primer término, y si veo que no hay peligro podrás salir, pero si
luego ves que cualquiera de ellos se muestra agresivo, desaparecerás en forma
inmediata
-
De
acuerdo -- dijo Edin
-
Necesito
algo más que eso
-
Bien,
entonces esperaré a que me avises
Entre tanto, las cosas en el universo de
los Devrigs se habían puesto muy tensas, porque cuando se dio a conocer la
decisión de Iziaslav con relación al nuevo estatus de Dylan y que debía recibir
el mismo trato que Janos por parte de todos los Devrigs, por un lado despertó
la ira de muchos y la curiosidad de otros. Comenzaron a tejerse toda clase de
hipótesis en torno a aquel meteórico ascenso de Lord Danworth, y unas más
descabelladas que otras. Entre las más absurdas, destacaba la que sostenía que
Dylan era hijo de Iziaslav y que lo habían mantenido oculto para protegerlo. Los
defensores de la misma que en su mayoría ni siquiera conocían a Dylan y se basaban
en las palabras de los habladores de oficio que decían que era exactamente
igual a los otros dos príncipes. Esto por supuesto era una verdad a medias,
porque si bien Dylan era de estatura elevada, cabello negro y ojos verdes; en
primera instancia el color de sus ojos no se correspondía con el de los
hermanos Yaroslávich, porque mientras los de ellos eran brillantes esmeraldas,
los de Dylan eran tan verdes como la hoja de un olivo, y segundo, Iyul y Luciano
eran muy parecidos a su padre, ciertamente Dylan no guardaba ningún parecido de
rasgos con ellos.
Pero mientras el grueso de la comunidad
Devrig se entretenía en tejer los más improbables orígenes para Dylan, los que
sí lo conocían y sabían de hecho que había sido un humano tan normal como
cualquier otro hasta hacía dieciséis años atrás, no podían sentirse más
indignados, lo que desató una ola del más supremo odio hacia Dylan Danworth.
Avitzedek Savaresce que conocía bien a
Iziaslav hizo su cólera a un lado y comenzó a pensar en las posibles razones
que lo habían llevado a tomar una decisión de aquella naturaleza. Él estaba
perfectamente al tanto del por qué Janos Dvòrak ocupaba el lugar que ocupaba en
la familia Yaroslávich, pero el pequeño Lord inglés estaba muy lejos de esa
circunstancia, de modo que tenía que obedecer a otra cosa. Mientras que su hijo
Giorgio sostenía una teoría mucho más sórdida y en perfecta consonancia con su
desquiciada mente.
-
Bueno,
parece que nostro sovrano infelice,
finalmente está demostrando lo que es
-
¿De
qué hablas ahora Giorgio? -- preguntó Gianfranco con fastidio
-
Andiamo fratello,
todo el mundo sabe que Iziaslav odia a las donne,
de modo que si las odia a ellas, por fuerza debe amarlos a ellos ¿no?
-
Estás
loco Giorgio
-
¿Ah
sí? Piensa un poco Gianfranco, este tipo de locuras
solo las comenten los soberanos por amor, así que…
-
Escúchame
idiota, yo no quiero a ese hombre más que tú, pero conozco a Dylan Danworth y
puedo asegurarte que no van en esa dirección sus gustos
-
Posiblemente,
al fin y al cabo todo Milán estaba al tanto de su relación con Emiliana, pero
no dije que fuese él el interesado, y
sabemos que Iziaslav puede hacer lo que se le antoje con quien se le antoje y
sin su concurso.
-
Estás
enfermo Giorgio -- concluyó Gianfranco y se marchó
Pero si los Savaresce se contentaban con
sacar conclusiones, aunque posiblemente Giorgio planease algo más que sacar
conclusiones, Swaney Lothian estaba a punto de morir envenenado por su propia
ira. En su caso aparte de que consideraba aquello un acto de suprema arrogancia
por parte de Iziaslav y en ningún caso estaba dispuesto a dispensar un trato
semejante al desgraciado de Danworth, estaba enfrentando problemas más serios
en ese momento, porque la pasada noche había recibido la muy desagradable
visita de Istvan Korsacov. Swaney ya estaba acostumbrado a que eventualmente
algún Lovet, usualmente Adrian Brander o Patrick Bride le dispensasen corteses visitas con el único fin de
recordarle que estaban allí y que él no debía hacer tonterías, pero una visita
de Istvan Korsacov eran problemas mayores como de hecho había sido.
-
Kasny
dunheit Swaney
-
Korsacov -- fue
todo el saludo de Swaney -- ¿Qué estás haciendo en mi propiedad?
-
He
venido a ordenarte que rompas el compromiso entre Victoria y Lord Arlingthon
-
¿Y
desde cuándo tienen ingerencia en las relaciones de los Devrigs?
-
La
tenemos cuando hacen estupideces, y vamos a ahorrarnos la parte donde me dices
que no sabes de qué te estoy hablando, porque sabes perfectamente que Lord
Arlingthon padre, esta casado con una Saint-Claire
-
Pero
no es la madre de Brian Arlingthon
Istvan lo miró durante unos segundos en
los que Swaney puso todo su empeño en velar sus pensamientos. Sin embargo,
Istvan no era un Lovet cualquiera y él lo sabía.
-
Olvídalo
Swaney, por tu propio bien no sigas adelante o no solo nos obligarás a
sacrificar a Victoria sino que tú vas a pagarlo muy caro. No le des otro motivo
a Iziaslav para quitarte tu estúpida cabeza, porque ya has acumulado muchos y
no sabes cuál podría ser el último. Tienes setenta y dos horas para anular el
compromiso o nosotros nos haremos cargo. Envíala lejos de Arlingthon, finge su
muerte y resuelve esto antes de que te cueste más de lo que estás dispuesto a
pagar.
Dicho esto desapareció dejando a Swaney
con un ataque de ira violenta que costo la vida a tres de sus sirvientes, pero
finalmente había tenido que aceptar que no podía hacer nada y tendría que modificar
sus planes, pero en ningún caso lo haría como Istvan había sugerido, e
inmediatamente puso en marcha otro de sus desgraciados planes y una sonrisa se
dibujó en sus labios.
-
Veremos
como te sienta perder a tu juguete nuevo Iziaslav --
dijo y empezó a reír como lo que era, un demente
Dylan había tardado un par de días en
recuperar la consciencia, y tal como dijo Haris su convalecencia no iba a ser
sencilla ni agradable. Luciano e Iyul prácticamente no habían dejado la
habitación de Dylan en esos días, mientras que Iziaslav si bien no dejaba de ir
a verlo varias veces al día, procuraba no permanecer mucho tiempo para no
incomodar al pequeño e irascible Lucien. De modo que cuando Dylan recuperó la
consciencia plena, lo primero que vio fueron los ojos de Luciano.
-
Buon mezzogirono
-- lo saludó Luciano y miró a
Haris al ver que Dylan quería hablar
-
Ak
sarì, ya puede intentarlo -- dijo Haris
-
¿Cómo
te sientes? -- le preguntó
-
No…
estoy… seguro -- contestó Dylan haciendo una mueca de
dolor --
La… garganta
-
Tranquilo,
no te esfuerces
En ese momento llegó Iyul y se alegró
sinceramente de verlo despierto. Entre ambos le contaron a Dylan cómo habían
estado las cosas pero omitiendo las noticias de Inglaterra. Esa noche y cuando
ya estaba más lúcido, Dylan mostró curiosidad por el lugar donde se encontraba,
ya que estaba seguro que no estaban en el Chateau
de Luciano.
-
Estamos
en Illir -- dijo Luciano y Dylan no pudo ocultar su
sorpresa -- Iziaslav ordenó a los Lovets
traernos aquí después del ataque
Una vez superada la sorpresa de que
Luciano no se hubiese opuesto a permanecer allí, miró con detenimiento a su
alrededor y como ya había estado en Illir muchas veces antes a lo largo de los
últimos diez años, también estuvo seguro que aquella no era su habitación.
-
Pues
acostúmbrate, porque aparte de que Lucien literalmente destrozó la tuya, nami
Svaralnik ordenó traerte a esta -- le dijo Iyul, y luego le contó acerca de la
decisión de Iziaslav
-
¿Y
por qué hizo eso? -- preguntó él con evidente sorpresa
-
Pues…
-
En
primer lugar porque quise, y en segundo porque te lo mereces, y como asumo que
estás al tanto que no puedes discutir una orden de tu sozdatel’, harás que tu
desvergonzada lengua permanezca quieta
-- escucharon que decía Iziaslav
que venía entrando en ese momento
-
Bueno
gracias… supongo -- dijo Dylan haciendo que Iziaslav riera,
aunque él particularmente no le veía lo gracioso a algo que lejos de mejorar su
vida podía complicársela mucho más de lo que ya era
-
¿Cómo
te sientes Rybik?
-
Mucho
mejor señor, gracias
-
Me
alegra saberlo, pero las gracias debo dártelas yo a ti. Ese Dykari estaba
dirigido a mí y tú te interpusiste demostrando con ello un valor y una lealtad
que no tienen precio. Dhavjà Rybik -- le dijo colocando una mano sobre su cabeza y
luego se marchó
Los próximos días y mientras duró la
convalecencia, Haris no tuvo problemas con el tratamiento en sí, porque Dylan
no oponía ninguna resistencia a beberse lo que él le daba, el problema estuvo
como de costumbre con la comida, porque si en condiciones normales Dylan era
extraordinariamente necio con aquello, hacerlo comer por esos días resultó una
tarea ímproba y todos terminaron perdiendo la paciencia con excepción de Janos.
Pero definitivamente la tranquilidad
parecía no haberse hecho para aquellos individuos, porque apenas estaba
saliendo del asunto cuando recibirían una noticia que altearía mucho el curso
de los acontecimientos.
Entre tanto en Inglaterra, una noche
estaba Sophie por cambiarse para meterse en la cama después de darles las
buenas noches a los niños, cuando escuchó voces y pasos apresurados, de modo que
salió a toda prisa de su habitación para encontrarse con Brian, pero el chico
en lugar de saludarla igual que siempre, pasó directo a su habitación. Sophie
iba a seguirlo cuando vio a Kendall.
-
¿Kendall
qué…?
-
Siento
que te hayamos asustado Sophie, pero Brian insistió en venir a casa de
inmediato.
-
¿Pero
qué sucedió?
-
Acaba
de anularse el compromiso con Lady Collingwood
-- dijo Kendall en un tono
cargado de ira
Sophie se llevó las manos al pecho y
corrió hacia la habitación de su hijo mientras que Kendall se fue a la suya
mucho más molesto de lo que había estado en mucho tiempo. Sophie entró y
encontró a Brian sentado en su cama y con la cabeza entre sus manos, de modo
que se acercó y se sentó a su lado.
-
¿Por
qué mamá? -- preguntó el chico con abatimiento --
¿Por qué tenía que sucederme esto a mí?
-
Brian,
no sé qué pudo haber sucedido pero…
-
¡Se
fue con otro, madre! -- exclamó el chico poniéndose de pie mientras
Sophie intentaba recuperarse de la impresión
-- ¡Pero te juro que si algún día
lo encuentro, voy a matar al muy desgraciado!
Aquella afirmación impresionó a Sophie
mucho más que la desastrosa noticia de la fuga de la chica. Brian siempre había
sido un ser dulce y tranquilo, pero Sophie estaba perfectamente al tanto que
algo como lo que le acababa de suceder no era fácil de asimilar, y por muy
tranquilo que fuese por fuerza aquello tenía que alterarlo mucho, porque Brian se había enamorado sinceramente, de modo
que aparte del lógico dolor, aquello era un duro golpe para su orgullo y algo muy
difícil de tragar. De manera que la quizá dormida arrogancia de su apellido
estaba despertando del modo más inconveniente y podía resultar muy perjudicial
para los implicados.
Sophie hizo todo cuanto le fue posible
por calmar a su hijo y darle algún tipo de consuelo, pero estaba consciente que
era algo bastante difícil de conseguir en las presentes circunstancias, y
durante los próximos días Brian cayó en un estado de depresión que finalmente
lo tumbó en una cama para consternación de Sophie y para suprema furia de
Kendall. Sin embargo, aquello solo sería el inicio de una cadena de desgracias
que nunca se habrían esperado.
Cuando Franz Ehrlich avisó a Istvan de
la ruptura del compromiso y aunque Istvan tenía un supremo dominio sobre sus
emociones, reaccionó en forma muy violenta. Aquello no era lo que le había
ordenado a Swaney, le había dicho claramente que fingiese la muerte de
Victoria, porque si bien eso sin duda afectaría al joven Lord Arlingthon,
habría estado muy lejos de causar el dolor que con toda probabilidad había
causado lo sucedido, y que más seguro estaba aun, desataría el odio y el
resentimiento de los Arlingthon, lo que los llevaría a buscar venganza.
Venganza ésta que a su vez los llevaría directo al desastre y a su propia
muerte.
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