Bodas de Sangre

Bodas de Sangre
Una vez superados los obstáculos ayudado en su mayor parte por Dylan, Kendall logró finalmente contraer matrimonio con Sophie. Después de la boda, Dylan emprenderá un nuevo, inesperado e insólito camino a través de un mundo del que no tenía ni idea de su existencia, mientras que la nueva pareja parte rumbo a Inglaterra para dar comienzo a un matrimonio que todos se preguntan cómo va a terminar siendo que dio inicio con unas Bodas de Sangre

viernes, 11 de julio de 2014

Cap. 30 Guerras internas…



Por alguna razón que los Lovets tardaron algún tiempo en poder descifrar, se había desatado un serio conflicto entre los Savaresce y los Lothian. Si bien era cierto que aquellos sujetos se habían pasado sus respectivas vidas fastidiándose, en las últimas décadas aquello se reducía a una especie de guerra fría donde sus miembros más destacados como los hermanos Savaresce, André de Montreuil, la condesa de Arezzio o Guy Dessart, tenían desagradables discusiones donde intercambiaban insultos y algunas veces golpes mientras que los Devrigs de menor categoría se mataban entre sí. Este era el estado de cosas que si bien no agradaba a Iziaslav, había tenido que terminar por aceptar.

Sin embargo, en los últimos años habían venido sucediéndose una serie de ataques indiscriminados que distaban mucho de las costumbres que habían venido observando aquellos dos Clanes. Los Lovets enseguida se dieron a la tarea de seguir a los principales y más activos miembros de ambos Clanes e Istvan recibió la orden de vigilar estrechamente al príncipe Lucien que era el que solía meterse en donde no lo llamaban, lo que se traducía en un constante dolor de cabeza para Iziaslav y por ende para los Lovets.

Tanto Iyul como Lucien siendo sizvitels, tenían asignada vigilancia constante. En el caso de Iyul normalmente el encargado de su seguridad desde hacía muchos años era Adnan Kabir. Adnan era un Lovet altamente eficiente y procuraba no interferir de ninguna manera en las actividades de Iyul, y como éste se metía en pocos problemas Adnan no tenía mayor trabajo.

Pero en el caso de Lucien el asunto era mucho más problemático, porque aquel muchachito parecía buscar los problemas con verdadero ahínco y perseguía a los Devrigs con características de kraviaciks como si fuese un Lovet. Por esta razón no solo era necesaria la protección de un Lovet sino de varios.

Una de las muchas diferencias entre Iyul y Lucien, era que mientras el primero no ponía objeción a ser protegido, Lucien protestaba en todos los tonos por ello, de manera que a todos los problemas que ocasionaba se sumaba el que los desventurados Lovets tuviesen que ingeniárselas y poner en práctica todas sus habilidades para no ser detectados y evitar así  que el malcriado sizvitel montase en cólera.

Todo esto ocasionó que a la larga, asignaran en forma permanente a Itlar Drachavo, que era un Levjaner, para que se hiciese cargo de su seguridad, tanto por poseer una habilidad superior a cualquier Lovet común, como por el hecho de ser considerado un amigo del sizvitel, lo que lo hacía mucho más capaz de manejarlo en caso de ser necesaria una intervención abierta.

Estando así las cosas, cuando Iziaslav ordenó una mayor vigilancia sobre los siviztel, esto no afectaba a Lucien que ya tenía la mejor de ellas, pero en el caso de Iyul, se sumó Misha Neverkov  quien también era un Levjaner, a la vigilancia del sizvitel.

Iziaslav estaba realmente preocupado, porque aunque el conflicto actual era entre los Savaresce y los Lothian, ya había sido informado que Lucien y Dylan habían tenido varios encontronazos tanto con los unos como con los otros, y lógicamente no le gustaba para nada que los rybiks estuviesen en medio del lío de aquellos sujetos. Sin embargo, y a pesar de todas sus precauciones, pronto Iziaslav tendría más pruebas de que las cosas no suceden solo por desearlas.


Dylan dedicaba las mañanas a dos actividades específicas y de forma invariable. En cuanto se levantaba se iba a montar, en algunas oportunidades lo acompañaba Luciano pero esto dependía de dos cosas, la primera que hubiese amanecido en su propia cama, un asunto ya de por sí extraño, y la segunda, que no hubiesen discutido la noche anterior, algo que sucedía con mucha frecuencia y por los más variados y absurdos motivos. Cuando regresaba de su paseo matutino desayunaba mientras le echaba una hojeada a las noticias y abría su correspondencia. Después de esto se dedicaba a escribir a sus administradores y en ocasiones a Kendall.

El resto de su tiempo lo repartía entre sus visitas a Illir o a Levzheir, y algunas noches  acompañaba a Luciano a cualquiera las muchas veladas a las que era invitado. Una noche Luciano se había puesto especialmente pesado y aunque nunca insistía de manera tan terca en que Dylan lo acompañase, en esta oportunidad lo hizo hasta al agotamiento.

-         Vamos Dylan, estamos en plena temporada

-         Hasta donde sé, para ti siempre es temporada

-         De acuerdo  --  dijo Luciano sonriendo  --  pero estamos en París hombre

-         ¿Y qué tiene eso de especial?

-         Por ejemplo madame Javert  --  dijo con sonrisa traviesa

-         Toda tuya si la quieres, esa mujer parece tener dos lenguas por la forma en la que habla sin detenerse nunca  --  dijo con acidez y Luciano soltó una carcajada

-         Eres muy necio Dylan Danworth, porque solo tienes que ordenarle callar y asunto arreglado

Finalmente Luciano había conseguido convencerlo y fue en esa oportunidad que se encontró de forma inesperada con los Saint-Claire, algo por lo que Luciano se arrepintió mucho.

Apenas unos instantes después de haber llegado y sin que Dylan hubiese tenido tiempo ni siquiera de tomar una copa, Luciano apareció de nuevo a su lado.

-         Vámonos

-         ¿Qué?  --  preguntó Dylan con extrañeza

-         Después te explico

No obstante, fueron detenidos unos pasos más allá y Luciano estaba deshaciéndose con velocidad de sus interlocutores cuando Dylan escuchó su nombre.

-         ¿Lord Danworth?  --  preguntó una voz con una nota de sorpresa y Dylan se volvió al reconocerla

Dylan ya llevaba poco más de quince años siendo un Devirg y viviendo en ese mundo, de modo que se olvidó de la formalidad con la que se trataba al resto del mundo.

-         ¡Jacques!  --  exclamó al verlo y avanzó hacia él estrechándole la mano  --  ¿Cómo estás hombre?

-         Bien milord  --  dijo Jacques con cierta expresión de extrañeza y aunque Dylan entendió, ya no había cómo remediar el asunto

-         Vamos monsieur Germain, nos conocemos desde hace mucho tiempo para tanta formalidad  --  e inmediatamente puso en práctica sus nuevas habilidades, por lo que Jacques sonrió confiado

Luciano había terminado de deshacerse de los que los habían detenido y se acercó a ellos.

-         ¿Jacques, recuerdas a mi amigo el conde de Cagliari?

-         Claro  --  dijo él extendiendo la mano a Luciano  --  Signore

-         Buona sera signore Germain  --  saludó Luciano, pero al mismo tiempo  --  Debemos irnos, ¡ya!  --  dijo solo para Dylan

-         Me alegra mucho haberte visto Jacques, pero…

-         ¿Lord Danworth?  --  escucharon a su lado

Luciano gimió internamente y decidió poner fin a aquello con la máxima rapidez. Cuando habían llegado hacía un momento y apenas había dado un par de pasos, había divisado a Maurice Saint-Claire. Inmediatamente había procedido a hacer una rápida búsqueda y aunque no había visto a ningún otro Saint-Claire en el salón, decidió ir por Dylan y salir de allí a toda prisa antes de que fuese visto por Maurice, pero en vista de la inutilidad del asunto, ahora lo importante era marcharse a la mayor brevedad.

A unos cuántos metros de ellos, otros ojos observaban la escena. Dos pares de ellos con preocupación y los otros seis con curiosidad.

-         Mal asunto  --  dijo Edin

-         Normalmente Lucien sabe cómo manejarse, pero si no se van en breve tendremos que sacarlos  --  dijo Itlar

-         Y de prisa, porque si bien Saint-Claire y Germain no tienen ninguna posibilidad de reconocerlos, ella sí  --  dijo Edin señalando hacia el otro extremo del salón

-         Que alguien se encargue de distraerla

-         Vamos Itlar, es una vidmagy y lo notará enseguida

En otra dirección Guy Dessart, Christian Bentley y Pierre Chifflet tampoco les quitaban los ojos de encima.

-         ¿Desde cuándo un Yaroslávich en tan buenos términos con un Saint-Claire?  --  preguntó Pierre

-         Supongo que como él es el sizvitel, puede hacer lo que se le venga en gana mientras a nosotros nos prohíben hasta respirar  --  dijo Guy con ira

-         No sean necios ustedes dos  --  intervino Christian  --  Si pusieran atención se darían cuenta que no es Lucien quien se lleva bien con Saint-Claire, sino el pequeño Lord.

-         Lo que viene a ser lo mismo porque es su Djali ¿no?  --  insistió Guy

-         Kasny dunheit devjavrys

-         Bon soire Patrick  --  saludó Pierre sin volverse, pero los tres se habían tensado

Patrick Bride era un Lovet casi tan molesto como Edin Dòmine, pero mientras Edin exhibía el encanto francés, aunque no con ellos,  Patrick en todo momento hacía gala de la frialdad y  suprema arrogancia de los nacidos al otro lado del canal.

-         No creo que el interés en las actividades de nuestro sizvitel, sea algo beneficioso para su salud caballeros

-         Como acabas de decir, es nuestro sizvitel, de modo que sus actividades nos afectan a todos  --  dijo Pierre

-         Suponiendo que así fuere, sugiero tener cuidado con sus pensamientos señor Chifflet, porque éstos podrían acarrearle serios inconvenientes del tipo que suele terminar en Zatvor

Pierre se maldijo internamente y Patrick esbozó su fría y característica sonris desapareciendo a continuación. Sin embargo, ninguno de ellos dijo nada más, porque sabían que sí Patrick estaba allí, nada de lo que dijesen se le escaparía al mal nacido aquel.

Entre tanto, los ojos de Luciano habían visto con verdadera preocupación que Madeleine Saint-Claire se acercaba, de modo que se aplicó a salir de allí a toda velocidad, pero antes le hizo una advertencia a Dylan.

-         No la mires

Después de una rápida despedida abandonaron el salón para tranquilidad de Itlar y del resto de los Lovets que se encontraban presentes. Sin embargo, aquel breve encuentro tendría serias consecuencias en breve.


Madeleine había visto a su padre que se encontraba en el grupo al lado del que se encontraba ella, excusarse y caminar apresuradamente hacia la entrada, de modo que miró con curiosidad hasta que notó con quien hablaba y no solo él sino Jacques también. Tan delicadamente como le fue posible, se apartó del grupo de señoras con las que conversaba. Sin embargo, y como no podía correr hacia allá sin faltar a las normas del buen comportamiento, se vio obligada a caminar despacio y aunque era evidente que llevaba prisa y un destino específico, fue detenida sucesivamente por distintas personas que ni siquiera conocía o con las que había conversado muy brevemente en oportunidades anteriores. Este asunto fue el primero que llamó su atención y puso sus sentidos alertas, y el otro había sido lo poco que Dylan Danworth parecía haber cambiado en todos aquellos años, al igual que su amigo a quien Madeleine recordaba bien del día de la boda de Sophie y que le había generado tanto malestar. No obstante, cuando estuvo más cerca, vio unos hilos plateados en la cabellera de Dylan y algunas arrugas alrededor de sus ojos. Pero por mucha prisa que se había dado, no había logrado llegar antes de que se marcharan.

Obviamente el retraso de Madeleine lo habían producido los Lovets, que aunque no podían acercársele, sí podían manipular las mentes de los demás obligándolos a detenerla con cualquier excusa, y la visión que tuvo Madeleine de un Dylan mucho mayor, fue obra de Edin y con bastante esfuerzo, porque aquella mujer era una Saint-Claire y su mente no era susceptible a ser manipulada con facilidad.

Madeleine preguntó a su padre y a su esposo por el reciente encuentro pero no obtuvo mucha información, solo le dijeron que se habían saludado brevemente y que Lord Danworth abandonaba Francia al día siguiente. Aunque Madeleine se había preguntado muchas veces qué habría sido de él, ni siquiera los Arlingthon parecían tener noticias, y según lo que le había dicho Sophie solo lo habían visto en oportunidad de la muerte del padre de Lord Arlingthon y eventualmente Kendall recibía alguna carta desde algún remoto lugar, pero  nunca le decía si tenía intenciones de volver.


Una vez que Dylan y Luciano estuvieron de vuelta en el Chateau, Luciano se fue derecho hacia la licorera y después de servirse aquel veneno como solía llamarlo Dylan, se tiró en el sillón.

-         Recuérdame no volver a Francia hasta dentro de unos veinte o treinta años  --  dijo

-         No es que a mí me entusiasme de forma especial pero…

-         No se te ocurra preguntarme por qué o pondré en duda tu inteligencia

Dylan guardó silencio porque sabía que era un mal asunto contrariarlo cuando estaba de aquel humor, pero al minuto siguiente ya Luciano estaba hablando de nuevo, aquello también era propio de su mal humor.

-         Por fortuna Maurice no tiene más hijos y los Germain no tienen absolutamente ninguno, así que los Saint-Claire están por extinguirse  --  dijo sin notar que con aquella aseveración solo causaba dolor a su amigo, porque el tiempo pasaba también para Sophie  --  Aunque esa es una verdad incompleta, porque Arlingthon tiene dos y en cualquier momento pueden venir a Francia ya que aquí están las raíces de sus antepasados, la buena noticia es que no tienen hijas  --  concluyó

Dylan decidió que no tenía deseos de seguir escuchándolo y se fue a su habitación, mientras que Itlar pensaba que Lucien era de una de las mejores personas que había conocido, pero en ocasiones podía mostrarse tanto o más cruel que su propio padre y ciertamente le parecía que no había tenido ninguna consideración con los sentimientos de Dylan aunque no lo hubiese hecho en forma consciente, pero no habría sido sensato esperar mucho más, Lucien seguía siendo un sizvitel, de modo que se comportaba de acuerdo a su crianza y simplemente había exteriorizado su preocupación en forma tal vez egoísta pero honesta.


A pesar de lo que había dicho Luciano, no abandonaron Francia de forma inmediata y al día siguiente tendría lugar un hecho catastrófico que cambiaría el curso de los acontecimientos.

Iyul se presentó aquella noche en el Chateau pero antes de entrar fue detenido por Misha.

-         Yo te esperaré aquí Iyul  --  algo que Iyul no discutió por razones obvias

Tanto Luciano como Dylan se alegraron de verlo, porque llevaban alrededor de un año que no lo hacían, pero Iyul no se presentó solo sino en compañía de tres hermosas damitas. A Dylan le bastó una mirada para saber que aquellas criaturas no eran Devrigs y miró mal a Iyul.

-         Vamos priyatel, no por eso son menos hermosas

-         Sabes que no se trata de eso

-         Solo sé cuidadoso  --  dijo ahogando la risa

Mientras ellos discutían Luciano ya estaba desplegando su encanto con las chicas y en ese momento el mayordomo anunció la cena.

Luciano a diferencia de otros Devirgs, no solía tener en sus propiedades esclavos, sino que daba empleo a humanos normales, la única excepción la constituían su administrador y los mayordomos, y  eso obedecía a que le fastidiaba mucho tener que hacerse cargo de los constantes cambios de personal. Razón por la cual, cuando iban en el segundo plato, los tres miraron al individuo que estaba sirviendo cuando a éste se le cayó la bandeja.

-         Perdón señor  --  se excusó de inmediato el sujeto

A los tres les tomó solo unos segundos ver lo que estaba sucediendo. La hija de aquel hombre servía en la casa de los Saint-Claire y le habían avisado hacía unos minutos que en al misma se había desatado un voraz incendio. Dylan se levantó como impulsado por un resorte.

-         ¡Dylan no!  --  exclamó Luciano

Pero aquella advertencia fue del todo inútil, porque Dylan desapareció a toda velocidad. Luciano maldijo en forma muy audible y salió tras él. En el momento que Iyul se disponía a seguirlos Misha apareció a su lado.

-         Iyul no…

-         Es mi hermano Misha, y Dylan es mi amigo así que olvídalo, haz que alguien devuelva a estas señoritas a su lugar de origen

Apenas llegaron fueron conscientes de dos cosas, aquello no era un fuego que se hubiese producido en forma natural, sino que había sido provocado. Y segundo, que aunque no lo entendían había una ingente cantidad de Devrigs y de Lovets.

Aquello no tenía ningún sentido, pensaron los tres, porque no era la casa lo que se estaba quemando sino los extensos jardines.

-         ¡Sarí, salgan de aquí ahora mismo!  --  escucharon de pronto a su lado y vieron a Patrick  --  Nosotros nos haremos cargo

Sin embargo, Dylan era terco y obstinado y al ver que los sirvientes de la casa que hacían infructuosos esfuerzos por apagar el incendio estaban siendo atacados, corrió hacia allá y siendo que Luciano no era muy diferente fue tras él. Lo que no esperaban fue lo que se encontraron, o más bien a quien se encontraron en los linderos del bosquecillo que rodeaba la propiedad.

-         ¡Jacques!  --  exclamó Dylan agachándose a su lado

Pero Jacques estaba muy mal herido, de modo que Dylan miró a Luciano.

-         Olvídalo Dylan

-         ¡Pero está muriendo!

-         Lo sé, pero no hay nada que podamos hacer

-         ¡Maldita sea Luciano!  --  dijo sacudiéndolo ante la mirada horrorizada de dos Lovets que estaban cerca

-         Dylan tranquilízate  --  dijo Iyul con voz pausada

-         ¡No podemos dejarlo morir así!  --  insistió  --  Madeleine no…

-         ¡Dylan escúchame!  --  dijo Luciano siendo él ahora quien sacudía a Dylan  --  ¡Míralo bien Dylan! Esto es un ataque Devrig, no tiene ninguna posibilidad

Dylan abrió los ojos con desmesura, porque no se había percatado de ello, pero eso lejos de hacerlo desistir solo pareció darle más esperanzas.

-         Entonces… aun podemos simplemente…

-         ¡Dylan, piensa lo que dices!  --  exclamó Iyul

-         Escuchen, Madeleine no tiene hijos, si pierde a Jacques…

-         Lo pederá de todas formas ¿no lo ves?  --  lo interrumpió Luciano  --  Ella es una Saint-Claire, si completamos la transformación él no podría acercársele nunca más.

Dylan intentaba entender pero su cerebro se negaba tercamente a hacerlo. En ese breve lapso de tiempo, mientras ambos intentaban hacer que Dylan entrase en razón, no habían notado que la presencia de Devrigs se había incrementado.

-         ¡Sarì tienen que irse ahora!  --  dijo Edin con apremio


Pero en ese momento Jacques recuperó el sentido y ciertamente nadie se habría esperado escuchar lo que dijo.

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